19. El gran monte entre el Aquilón y el Oriente

Entonces viste, entre el Aquilón y el Oriente, un monte muy grande, cubierto de lóbregas sombras por el lado del Aquilón, y de una inmensa luz por el lado del Oriente, pues entre la impiedad diabólica y la bondad divina se encuentra la gran caída humana: alberga el infinito quebranto de la condena para los reprobos, que caminaron bajo la sombra del aciago error, y la inmensa dicha del rescate para los elegidos, que recorrieron la luminosa senda de la anhelada salvación. Pero de tal manera que ni las tinieblas alcanzaban la luz, ni la luz a las tinieblas: porque no se mezclarán las obras de luz con las de tinieblas, ni las obras de tinieblas se elevarán hacia la luz, aun cuando el Demonio trate sin cesar de entenebrecerlas, a través de los malvados, paganos, herejes, falsos profetas y todos aquellos a los que estos intentan atraerse con argucias y engaños. ¿Cómo? Porque se obstinan en saber lo que no pueden, imitando al que trató de semejarse al Altísimo; y como así le siguen, él responde a sus deseos y les enseña la mentira como verdad. Por tanto, no están Conmigo, ni Yo con ellos; mira que no recorren Mis caminos, por extraños senderos se perdieron, buscando cuantas fantasías les revele, con engaño, sobre lo venidero una necia criatura. Y en todo esto confían, según la perfidia con que van en pos de ello, escarneciéndome y despreciando a Mis santos, que con sincero corazón Me aman.