LXVII. EL AMOR MUNDANO, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO.

La primera imagen representa al Amor Mundano, porque el antiguo seductor, infundiendo en los hombres ya desde su origen el amor por las cosas del mundo, también los induce a todos los demás vicios. Tiene aspecto humano y el color es como el de un negro de Etiopía ya que, completamente envuelta en los deseos de la carne, no desea tener ningún resplandor ni ninguna luminosa belleza.
Está desnudo. Tiene sus brazos y piernas alrededor de un árbol enorme con muchas ramas. Significa que no lleva puesta ninguna ropa de santidad, sino que con sus trabajos y con su conducta aprisiona la fuerza de la vanagloria que tienen ciertos vicios, tal como asoman sus ramas. Y este árbol está lleno de muchas clases diferentes de flores, porque en la vanagloria y en los vicios que nacen de élla, se encuentran todas las vanidades de todas cuántas vanidades se extienden por el mundo.
Coge la mayor parte de estas flores y las sostiene en sus manos, es decir en sus mismas obras lleva consigo todas las vanidades del mundo presente con los deseos impuros, ya que cuando el hombre reflexiona sobre las vanidades en el amor mundano, él desea cosas, y cuando las encuentra, con gran placer, como con la referida variedad de flores, las atrae a sí según su propia voluntad, tal como este vicio deja comprender con sus palabras.
La raíz del árbol se seca y el árbol cae en las tinieblas antes mencionadas. Cuando el árbol se cae, esta imagen también cae en las tinieblas con él. Esto significa que la vanagloria, falla completamente, y va a acabar en la oscuridad de la incredulidad donde se encuentra el diablo. Junto con la vanagloria también caen, sin poderlo impedir, los que quieren el mundo y desprecian la vida eterna. Pero aunque la vanidad caiga, sin embargo no cree que haya caído, porque se ha atado tan fuertemente a las cosas mundanas que no piensa para nada en las cosas celestiales. El Amor Divino le responde, como antes se dijo.


LXVIII: LA PETULANCIA, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO

La segunda imagen significa la Petulancia, que lleva a los hombres a la deshonestidad que acompaña al Amor Mundano. Porque cuando los hombres eligen el mundo y se agarran a él, viven según su propia voluntad. Esta imagen se parece a un perro que caza, porque un hombre que es petulante sigue todo deseo y placer que le apetece, actitud con la que seduce y engaña a muchos, como hace el perro que captura muchas presas. Está de pie, levantado sobre sus patas traseras, las anteriores en cambio están colocadas sobre un bastón colocado erguido. Esto significa que ha colocado sus patas traseras junto al diablo, al gusto de lo terrenal, y no sabe nada sobre las cosas divinas.
Las patas delanteras, sin embargo, las ha colocado como si meditase sobre los caminos celestiales correctos, y las dirige a los mandamientos de la ley que descansan en la plenitud de la ley espiritual, y mientras tanto, con su ánimo inconstante, habla de modo fatuo de lo que concierne al espíritu. En realidad no tiene en cuenta nada de esto, ya que no tiene ninguna estabilidad en su ánimo, solo da valor a lo que es vano, y lo mismo planea buenas acciones que acciones turbias, según le dé.
El perro incluso juega moviendo la cola, es decir se mueve de aquí para allá, según el deseo de los hombres, cumpliendo con descaro todas sus acciones, porque todas sus obras rezuman petulancia como demuestran las palabras que este pecado dijo antes. Por tanto, la voz de la Disciplina verdadera acusa a este pecado como se ha mostrado en las palabras anteriormente dichas por la disciplina.


LXIX. LA DIVERSIÓN VANA, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO

La tercera imagen representa la Diversión Vana. Arrastra a los hombres espirituales por diversos caminos de espectáculos inconvenientes, sigue a la Petulancia y es como su música o acompañamiento. Cuando el cansancio y el aburrimiento de la petulancia han tocado las almas de estas personas, intentan otras diversiones en busca de nuevo aire como para respirar.
Esta tercera imagen parece un hombre, salvo que tiene la nariz retorcida, pues en la ciencia del bien y el mal este vicio atrae a sí a los hombres según los deseos de los ojos y la carne, y en su estúpida insensatez y necio discernimiento, representados por su nariz deforme, afirma que Dios no existe.
Tiene manos como garras de oso, y pies como un grifo1. Significa que este vicio hace que los hombres tengan costumbres asquerosas y realicen obras inmundas. Sigue los pasos de la rapiña que a nadie perdona, y así es capaz de saquear sólo con la astucia de su arte. En efecto, los hombres salen más perjudicados con este vicio que lo que les aprovecha realizarlo.
Tiene el pelo negro y lleva puesto un vestido de color pálido. Significa que ya desde el principio oscurece todos sus trabajos con la negrura de la vanidad, rodeándose de alegría inconsistente ya que eso se adapta fácilmente a las costumbres de cada hombre de modo que, atrayéndolos hacia sí de esta manera, los implica en el propio juego, tal como este pecado dijo anteriormente.
Pero la voz de la Modestia que lucha contra élla, levanta la voz y trata de persuadir a los hombres a la honestidad de costumbres.

1 Grifo, es un animal hoy desconocido al que se refiere también en su obra Physica.


LXX. LA DUREZA DE CORAZÓN, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO

La cuarta imagen muestra la Dureza de Corazón e imita a la Diversión Vana, porque cuando un hombre se harta de diversión vana, llega al hastío y comienza a hacerse duro de corazón ya que no ha sido tocado por el rocío divino. Y esto también sucede porque no ha cultivado su mente con los preceptos de la ley, ni con el arado de las Escrituras. Por lo tanto, nada lo retiene.
Esta imagen parece casi como un humo espeso que se eleva tanto como la estatura de un hombre. Significa que no hay delicadeza, sino sólo firmeza maliciosa y malignidad en la dureza de corazón. Y es del mismo tamaño que una persona ya que no hay ningún mal, ni abajo ni encima de ese hombre, que no realice con sus acciones, porque el hombre malicioso se complace tanto en los males pequeños como en los grandes.
Esta imagen no tiene ningún miembro humano, excepto unos ojos negros muy grandes, porque este vicio endurece tanto a los hombres que no quieren conocer la imagen de Dios, ni reconocerlo en otras personas, porque sin bondad carecen de cualquier clase de misericordia y benevolencia. En la abundancia de su malicia y en la oscuridad de su olvido de Dios, miran cuidadosamente alrededor buscando a quien perjudicar con el veneno de la envidia, que parece el veneno de un áspid.
No se mueve ni hacia arriba ni hacia abajo, ni se mueve de una parte a otra, ya que el duro de corazón no se esfuerza, ni por amor a Dios, para obtener cosas más altas que podrían debilitar su maldad, ni se desvía hacia abajo por amor al hombre para endulzarse, librándose de la misma dureza. Tampoco tiene ninguna inclinación a otras criaturas, para dejar por ellas su iniquidad. Permanece inmóvil en las tinieblas antes mencionadas, porque en esta posición, sin ningún movimiento, persevera en su ultrajante maledicencia, ya que solo quiere afligir a los hombres. En efecto, es como un trozo de plomo que se lanza en aguas impetuosas, que yace en el fondo, y no se mueve a ningún otro lugar. Pero huye de la diestra del Señor que hace que toda la creación sea útil a los hombres, que exalta al hombre, y que los constituyó pacíficos.
Dios puso al hombre en la tierra como una piedra primorosa, en cuyo fulgor se reflejan todas las criaturas porque está sobre todas las demás criaturas. Por lo tanto, no es lícito que se endurezca por nada, ni que se endurezca contra Dios.
Este mal es el peor de todos los males, ya que no tiene respeto por nadie y no muestra ninguna misericordia. Desprecia a los hombres y evita tener interés por alguien. No se alegra con los hombres, ni inspira buenas acciones. Es muy áspero, desprecia todas las cosas, tal como antes él mismo dijo. La Misericordia verdadera contesta al duro de corazón y lo incita afablemente a que se esfuerce en ser bondadoso.


LXXI. LA PEREZA, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO.

La quinta imagen muestra la Pereza, que sigue a la Dureza de Corazón y es como un sucio pus y parece deformes gusanos que salen de la tierra. Ya que cuando un hombre endurecido no busca ningún bien, se vuelve perezoso, de forma que ya no desea ni honor ni santidad, sino que está hastiado y se olvida de la honestidad. Tampoco quiere luchar contra estos vicios, sino que más bien los atrae hacia sí por su pereza.
Esta imagen tiene una cabeza humana, excepto que su oreja izquierda es de liebre y tan grande que le cubre toda la cabeza. Significa que los hombres necios, en su insensatez piensan que ellos son excelentes. Les gusta la ociosidad y no realizan nada bueno, solo ponen oídos a las habladurías y, manteniéndose en su pereza, la convierten además en murmuraciones y comentarios degradantes. Y extienden estos comentarios a su alrededor mientras cubren con perversidad las verdaderas intenciones de su corazón.
El resto de su cuerpo parece un gusano sin ningún hueso. Está enroscado en su agujero como un niño se envuelve en su ropa. Esto significa que por el vicio del hastío los hombres perezosos cambian la confianza que deberían tener en la ayuda de Dios y en la elevación del hombre, en sórdidos placeres, como si fueran un inmundo gusano de tierra. Por lo que, confiando más en la debilidad de su carne que en la fortaleza divina, se enredan es sus ocultos pensamientos y se envuelven en su estupidez, y de este modo evitan tener que levantarse hasta la honestidad de las virtudes y permanecen perezosos en la negligencia y en la insensatez de las vanidades, como este vicio indica claramente en su anterior parlamento. La Victoria Divina le responde e impulsa a la gente a luchar contra el diablo.


LXXII. LA CÓLERA, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO

La sexta imagen designa la Cólera, que está cercana a la pereza, porque la pereza atrae desaprobación y entonces enciende el fuego de la cólera en la tentativa de quemar y consumir aquellos reproches.
Esta imagen tiene la cara de un hombre; nace en el hombre porque el hombre conoce el mal. Su boca es la de un escorpión ya que amenaza de muerte, como la picadura de un veneno mortal. Sus ojos están tan deformados que lo blanco es más grande que las pupilas, porque la rabia muestra más la virulencia del furor que la rectitud de la tranquilidad. Cuando una persona está enojada, no piensa en nadie, sino que derriba la justicia como si estuviera ciego, porque produce tormentas de rabia. Sus brazos se parecen a los de un hombre, porque el poder de la cólera privado del temor de Dios, se suma al poder del hombre en la ciencia del mal, que influye el diablo con su malicia para hacer lo que le gustaría hacer, aunque a veces no pueda llevarlo a término.
El hombre, sin embargo, logra dar cumplimiento a su maldad por su pensamiento, por sus planes, y por su obra, haciendo que su perversidad se manifieste abiertamente. Los animales irracionales a veces provocan lesiones a otros, ya que no los conocen; otras veces se adelantan cuando tienen miedo de que ser atacados; y otras, atacan y matan porque tienen hambre. El hombre, sin embargo, en cuanto tiene odio, usa su cólera maliciosa para despedazar a veces incluso al que quiere, y a menudo produce el mal a quien le beneficia, devolviéndole mal por bien.
Pero sus manos están retorcidas y tienen garras largas. Significa que todas sus obras están inclinadas a la acechanza y a la rapiña, y que en su rabia insensata, con ellas hace jirones las obras ajenas.
Su pecho, frente y espalda, parecen las de un cangrejo porque un hombre encolerizado, en su limitada capacidad de comprender, no tiene en sí, un momento de paz, ni ley, ni cuenta las leyes de instituciones honradas, en él todo carece de estabilidad y le hace perder el control. Además, la rabia y el impulso violento que están en él, hacen que no esté satisfecho ni con el alimento espiritual, ni con los mandamientos de Dios. Arroja fuera de sí todo lo que es justo y recto, así como la moderación y la suavidad de la armonía. Una persona así se precipita hacia atrás por los caminos tortuosos del mal y marcha hacia atrás, hacia el diablo, tal como un cangrejo.
Sus patas parecen de langosta y sus pies son como víboras. Significa que el hombre muestra la vanagloria en sus patas, y en su andadura la envidia, en la vanagloria de la soberbia supera toda justicia, y con la envidia destroza todo lo que puede agarrar.
Esta imagen está entrelazada dentro de una rueda de molino que da vueltas, porque el hombre no avanza por el camino recto, sino que descansa en su propia voluntad y sigue su propio corazón. Y así, sostiene los radios del borde superior con sus manos y los del inferior con sus pies, porque el hombre con la exaltación de la libertad de su voluntad hace su trabajo audazmente, por lo cual apoya sus pies sobre lo que está bajo esta libertad, ya que no se apoya en la justicia, sino siempre en la iniquidad.
No tiene pelo en la cabeza, ya que la cólera hace que el hombre quede despojado del honor de la buena fama y la mente sana. Su cólera no le deja pensar en lo que está bien ni lo que es justo.
También el cuerpo de esta imagen está desnudo porque no lleva puesto el vestido de la corrección y porque lo que a veces revela en su furor es incluso ultrajoso para sí mismo
Por este motivo de su boca manan grandes lenguas de fuego como antorchas. Porque el hombre, cuando se enciende de cólera, por venganza malévola dice muchas palabras ardientes e inflamables, tanto que hasta se olvida de Dios, como este vicio muestra en las palabras que dijo anteriormente. Pero la divina Paciencia le reprende por el furor de su arrogancia, del mismo modo que Jacob habló a los sus dos hijos, que habían matado a unos hombres en su furor, diciendo:


LXXIII. PALABRAS DE JACOB

“Simeón y Leví son belicosos instrumentos de iniquidad. ¡En su conciliábulo no entres, alma mía, a su asamblea no te unas, corazón mío!, porque estando de malas, mataron hombres, y estando de buenas, desjarretaron toros. ¡Maldita su ira, por ser tan impetuosa, y su cólera, por ser tan cruel! Los dividiré en Jacob, y los dispersaré en Israel”. (Génesis 49, 5-7).Significa lo siguiente:
La cólera y el odio, que se unen en la maldad, son instrumentos de iniquidad, siempre rechazan a Dios, con su jactancia queman todo lo que es justo y contra éllo arrojan sus maledicencias.
Pero en sus ocultos pensamientos no está lo que piensan los justos, pues infringen la ley de Dios y no edifican sobre la piedra sobre la que apoyan los pies de los santos a fin de proclamar las maravillas de Dios. En efecto, todas las vías y la construcción de esfuerzos santos y las obras santas se basan en los mandamientos de Dios. Además, el honor de los justos no debe estar cerca para no ser obscurecido por la voluntad de los que piensan que pueden hacer lo que quieren, y que procuran hacer caer en trampas a otros con sus insidias astutas. No se puede estar en medio de esa gente sin estar amenazado.
La gloria de los justos, sin embargo, puede estar en los ángeles y con los ángeles de Dios y con los que contemplan la cara de la Divinidad como en un espejo. No puede ir con los que destruyen las virtudes de los hombres santos con sangriento fraude, o con los que usan la traición para penetrar las defensas que los santos maestros construyeron para proteger a los elegidos. En su locura, hablan con maledicencia diabólica cuando se oponen a Dios, y emprenden una batalla obstinada contra Él. Los enfados de su iniquidad son irreducibles ya que no quieren abandonar el mal para nada y están dispuestos a seguir en su estado de condenación ruinosa por perseverar en hacer el mal.
Por eso, se les dispersará entre aquel pueblo que incluso los oprimirá, al punto que tratarán de esconderse como la serpiente en la cueva, ya que, completamente exhaustos apenas pueden respirar, y se dispersarán entre los que reconocen a Dios, no para compartir con ellos la felicidad, sino para que la paja que son, sea ignominiosamente separada. En efecto, ya que no siguen a Dios, por esta razón Él les entrega al olvido, y no tendrán ni prosperidad mundana ni felicidad espiritual. Y así sus muchas pasiones dispersan como el viento sus perversos deseos, y no tendrán tranquilidad ni con los que sirven a Dios, ni con los que se dan al mundo.


LXXIV. LA ALEGRÍA NECIA, SU COMPORTAMIENTO Y SU SENTIDO

La séptima imagen significa la Alegría Necia. Sigue a la Cólera porque es como su venganza y alivio. Cuando el hombre muestra alegría después de un acceso de cólera, humilla a sus mismos enemigos que viéndole alegrarse sufren aún más gravemente la ofensa que les han hecho.
La séptima imagen parece un hombre de la cabeza hasta los lomos, salvo que sus manos parecen de mono. Esto significa que los hombres dirigen el conocimiento de lo bueno, que deberían aplicar a aspirar a las cosas celestes, a los deseos de la carne, que están llenos de diversos tipos de vanidad. Así sobrepasan la medida de un santo género de vida y de las santas reglas, y con su necedad estropean todas sus obras. En efecto, en su inmoralidad depravada realizan, como las bestias, acciones que no corresponden al hombre.
De lomos para abajo parece una cabra, porque los hombres de este tipo olvidan que son hombres, menosprecian como bestias la facultad de la razón, en su inestabilidad saltan por lo que está conforme a razón, y no tratan de tener, como convendría si fueran razonables, ni sentido del discernimiento ni honesta mesura.
Por lo cual, hunde los pies en las tinieblas hasta que no se pueden ver completamente. Significa que todos sus caminos implican diversas vanidades y no contemplan la justicia, ya que cuando cubren de oscuridad sus acciones perversas, no están abiertos a la honestidad del fiel, sino que han suprimido completamente de su memoria todo lo referente a la santidad.
No lleva puesta ninguna ropa y esta completamente desnudo, porque cuando el hombre no está rodeado de alegría espiritual, está desnudo en la presencia de Dios, porque está inestable y no dirige ningún suspiro de deseo a las cosas del cielo. Cuando el hombre desea fervientemente cosas terrenales y caducas, no siente cariño por las cosas eternas, como esta imagen demostró en sus palabras cuando habló anteriormente.
Pero el Deseo de Dios, como se mencionó anteriormente, responde a la alegría necia y exhorta a los hombres a dirigir su aspiración de las cosas temporales a las cosas eternas.


LXXV. EL CELO DE DIOS, SU ASPECTO Y SU SENTIDO.

Entonces vi que el Hombre mencionado anteriormente tenía en la mano una espada de tres filos que tenía agarrada por la empuñadura y desenvainada. Esto indica que Dios enseña que su Celo marcha por tres direcciones y funda la raíz de la fe en su fortaleza, y contiene los pecados de los hombres antes de la ley y en la ley, con los golpes de la divina venganza; y después de la ley sigue haciendo lo mismo con la novedad del bautismo, que lleva a la fe con las virtudes salvíficas, y purifica con su mismo celo la absolución de los pecados de los hombres.
La espada se balancea de un lado a otro para herir, porque el celo del Señor examina con su justicia tanto a los elegidos como a los réprobos. En efecto, como dice el mismo el celo del Señor, lucha contra el diablo y contra todos sus seguidores. Nadie será capaz de vencer el celo del Señor porque no procede de la unión de un hombre y una mujer, sino que existe en Dios, y juzga todas las cosas justamente en Dios. Por eso el celo del Señor juzga todas las acciones del hombre y las examina con el máximo cuidado. En efecto, ahogó a Sodoma y Gomorra con el soplo de un viento de azufre ardiente, porque estas ciudades cometieron pecados inauditos aprendidos de las fauces del diablo y del comportamiento de la serpiente, con lo que la naturaleza del hombre se cubrió de vergüenza.
También transformó a la mujer hinchando su orgullo y exaltando su desobediencia, de modo que con este hecho, la caída en el pecado la convirtió en sal amarga. También golpeó al pueblo de Israel cuando se alejó de Dios y adoraron a Baal. Dios les envió a la dispersión, y los sometió a esclavitud de gente extranjera, porque ellos habían despreciado su herencia legal. En efecto, separa todo lo que se tiene que separar y divide todo lo que se tiene que dividir; divide la soberbia en dos partes aunque a veces permite que se eleve otra vez. Y ya que la soberbia no ha preguntado nada a Dios, sino que se procura todo lo que quiere, el celo de Dios derriba su principio y rechaza su fin.
El celo también quema la lujuria con el fuego de la Gehenna y encarcela la impiedad con un castigo apropiado. Además, abate duramente la vanagloria que es el corazón de orgullo, y el fuego de pecado que es el corazón de la lujuria, y la incredulidad que es el corazón de impiedad, ya que están a gran distancia de Dios.
Los que no quieren conocer a Dios, también Él los olvida en la recompensa, porque no lo buscan. En cambio algunos hombres coquetean con ciertos vicios pero sin abandonarse a ellos. Otros han caído en ellos y sin embargo en su juego con ellos no llegan al punto de humillarse hasta los pecados más graves. Otros sin embargo, piensan en ciertas faltas y hablan de ellas, pero no llegan a realizarlas.
El celo del Señor no destruye completamente a tal gente, pero elimina estos deseos con varios castigos. El que desee la vida, coja estas palabras del celo del Señor, y colóquelas en el aposento más íntimo de su corazón.

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