LA PREOCUPACIÓN POR LAS COSAS TERRENALES

Después de esto, en la muchedumbre que mencioné antes vi otros espíritus malignos que proclamaban a grandes voces: “Habitaremos en el cielo donde Lucifer se situará con honor”. Estos espíritus inducen a los hombres a la preocupación por las cosas terrenales y los persuaden completamente a dedicarse a tales cosas.


LVII. PENAS DE PURIFICACIÓN DE LAS ALMAS DE LOS QUE PECARON DE PREOCUPACIÓN POR LAS COSAS TERRENALES Y RAZÓN DEL CASTIGO.

Y vi un gran fuego que tenía en si una llama negra y hormigueaba de muchos gusanos. Allí se encontraban las almas de los que, cuando vivían en el mundo, descuidaron las cosas del cielo para dirigir su todo esfuerzo a la preocupación por las cosas terrenales. Estaban sacudidas en el fuego de una parte a otra como si hubiera un fuerte viento. Experimentaron el fuego negro ya que en las tinieblas de la incredulidad descuidaron a Dios cuando anhelaron a las cosas de la tierra. Fueron atormentadas por los gusanos ya que en esta preocupación demostraron deseo mundano insensible. Con gran pena fueron sacudidas en el fuego de una parte a otra ya que perseveraron en esta actitud.
Y vi y entendí estas cosas.


LVIII. COMO LOS HOMBRES PUEDEN COMPENSAR EL PECADO DE PREOCUPACIÓN POR LAS COSAS TERRENALES HACIENDO PENITENCIA EN SUS CUERPOS.

Y de nuevo oí una voz desde la luz viviente que me dijo: “Las penas que ves son verdaderas y son tal como las ves. Por tanto los hombres que se afanan por las cosas terrenales, si quisieran derrotar a los espíritus que los exhortan, y evitar los castigos descritos, macérense con ayunos y azotes según la orden de su consejero espiritual, y reconduzcan sus corazones a los pensamientos del cielo”.


LIX LOS QUE SE AFANAN POR LAS COSAS TERRENALES, Y SE APEGAN LA CREACIÓN Y A LAS CRIATURAS, DEBEN AGARRAR EL ARADO DETRÁS DE LOS BUEYES, Y MIRAR A DIOS.

Aquellos que eligen la preocupación por las cosas terrenales dicen para sí tontamente: “Buscaremos y prestaremos atención a la creación, dispuesta para nuestro uso, ya que ella nos provee de comida y vestidos. Por lo tanto, que Dios haga lo que le complace. Si ponemos nuestro cuidado en Dios más que en las cosas terrenales, rápidamente nos caeremos. ¿Y que seríamos entonces? Ciertamente seríamos parecidos a los pájaros, que miran sus semblantes en el espejo de las aguas y como no hagan otra cosa mueren pronto. Después de que hayamos muerto ya no estaremos con las criaturas, sino que tendremos aquella vida que Dios nos da después de la muerte. Si hacemos causa común con las criaturas y tratamos de saber algo de ellas, no es nuestra culpa, ya que Dios las ha creado así. Si hubieran sido creadas para nuestro uso y no las quisiéramos, cometeríamos un grave pecado. Pero no pedimos nada de estas criaturas si no lo que Dios nos ha dado. Quien permite a su caballo correr sin rienda no cabalga tranquilamente, sino peligrosamente. Si no tuviéramos cuidado de las cosas terrenales, la tierra echaría espinas y abrojos, y en eso pecaríamos, puesto que la tierra tiene que nutrir a todos los animales y debe tener caminos allanados y no peligrosos”.
De este modo hablan en vida los que dirigen todo su esfuerzo y toda su preocupación a la vida presente y no a la futura, exactamente como hicieron los avaros e infieles judíos, que ignoraron a mi Hijo, que mandé a la tierra para la salvación de los hombres, y mofándose de sus palabras intentaron destruirlo completamente con la muerte. Sin embargo, que el hombre creyente agarre el arado detrás de los bueyes, y mire a Dios, el que da fecundidad y todo el fruto a la tierra. Camine así según las enseñanzas de su maestro de modo que, cultivando cosas terrenales, no abandone las cosas divinas. Esto ha sido dicho a propósito de la purificación y la salvación de las almas de los penitentes y es digno de fe. Quien tiene fe lo considera cuidadosamente y lo recuerda para obrar el bien.


LA OBSTINACIÓN

Después de esto, en la muchedumbre que mencioné antes vi otros espíritus malignos que proclamaban a grandes voces: “¿Quién es ese Dios que provoca tan graves conflictos?” Estos espíritus enseñan a los corazones de los hombres la obstinación y los exhortan a tener hacia todos un corazón obstinado.


LX. PENAS DE PURIFICACIÓN DE LAS ALMAS DE LOS QUE PECARON DE OBSTINACIÓN Y RAZÓN DEL CASTIGO.

Y vi tinieblas ardientes de pez y azufre en las que eran castigadas, entre grandes lamentos, las almas de los que mientras estaban en su cuerpo habían sido obstinados en sus mentes. Ardieron en aquellas tinieblas ya que demostraron dureza contra Dios. Soportaron la pez puesto que no compartieron virtudes. Fueron atormentadas por el suplicio del azufre ya que rechazaron la benevolencia, profirieron grandes lamentos ya que no alzaron suspiros a Dios en sus corazones.
Y vi y entendí estas cosas


LXI. COMO, POR LA PENITENCIA, LOS HOMBRES PUEDEN EN ELLOS MISMOS CASTIGAR EL PECADO DE OBSTINACIÓN.

Y de nuevo oí una voz de la luz viviente que me dijo: “Las penas que ves son verdaderas. Los hombres que tienen obstinación en su espíritu, rechácenla e ignoren a los espíritus malvados que se la proponen. Y para no ser afligidos por los castigos de este vicio, macérense con ayunos y azotes, y vuelvan favorable a Dios permaneciendo de rodillas”.


LXII. COMO EL TOPO AL CAVAR ECHA FUERA LA TIERRA, ASÍ LA OBSTINACIÓN TRASTOCA TODO BIEN.

Los que se manchan del pecado de obstinación son parecidos a los muertos, que ni ven ni oyen ni se mueven por el soplo de Dios. La obstinación es malvada y dañina, no quiere ablandarse o cambiarse por aquella dureza que tiene en sí. Tal como un topo al cavar echa fuera la tierra, también ella trastoca todos los bienes, ya que nada la complace excepto lo que ella misma elige. Es también como una chispa de brasa, que mientras salta y se eleva, se desvanece, porque cuando la obstinación se aleja del conocimiento virtuoso y busca solo la vileza inmóvil, se reduce a nada..


LXIII. COMO DIOS QUISO MUCHO QUISO A JOB, LE ENVIÓ MUCHAS TRIBULACIONES.

La obstinación no tiene aquel temor que tenía Job, mi siervo, cuando con paciencia soportó las desgracias que Yo permití que le ocurrieran. Y como lo amé tanto, le envié muchas tribulaciones ya que Yo sabía que tenía mucha paciencia y benevolencia. Su paciencia floreció y su benevolencia subió hasta Mí, ya que me confió todas sus cosas y no rechinó sus dientes con rabia contra Mí. Pero la obstinación no posee esas cualidades, ya que es dura como la roca y árida como la tierra sin fruto. Los que deseen huir de la obstinación que se unan a Dios y recibirán la recompensa más alta.
Esto se ha dicho a propósito de la purificación y la salvación de las almas de los penitentes y es digno de fe. Quien tenga fe considérelo cuidadosamente y recuérdelo para obrar el bien.


EL DESEO MUNDANO

Después de esto, en la muchedumbre que mencioné antes vi otros espíritus malignos que proclamaban a grandes voces: “¿Qué utilidad existe en una única cosa? No podemos encontrar lo que buscamos solo en un único Dios, por tanto miraremos en todas las direcciones y cogeremos lo que nos apetezca”. Estos espíritus exhortan a los hombres al Deseo mundano y les enseñan a desear todas las cosas.


LXIV. PENAS DE PURIFICACIÓN DE LAS ALMAS DE LOS QUE PECARON DE DESEO MUNDANO Y RAZÓN DEL CASTIGO.

Vi una masa de agua de extraordinaria longitud, anchura y profundidad que hervía con la brasa de un fuego extremadamente fuerte y contenía horribles gusanos y muchos espíritus malignos. A estos tormentos estaban sometidas las almas de los que, mientras habían estado vivos, apreciaron el deseo mundano y la practicaron de muchos modos diferentes. Sintieron el dolor del agua hirviente a causa de su insaciable deseo mundano. Fueron atormentadas por los gusanos por la amargura de su deseo mundano y fueron sumergidas en las aguas por los espíritus malignos con horcones ardientes, por el celo que habían tenido en esta adicción.


LXV. DE QUÉ MODO LOS HOMBRES, HACIENDO PENITENCIA, PUEDEN PURIFICARSE DEL PECADO DE DESEO MUNDANO

Y de nuevo oí una voz de la luz viviente que me dijo: “Las penas que ves son verdaderas y son tal como las ves. Si los hombres quieren derrotar a los espíritus que los inducen al deseo mundano y evitar los castigos para este pecado, deben macerarse con ayunos y azotes, y redimir estos pecados con limosnas”.


LXVI. EL DESEO MUNDANO, ES PARECIDA A LOS PERROS Y LOS PÁJAROS QUE NUNCA SE LLENAN, Y OTRAS COSAS A ESTE RESPECTO

El Deseo mundano no tiene caridad hacia Dios ni confianza leal hacia los hombres, arranca todo lo que puede, agarra todo lo que puede, se adueña con gusto de las cosas ajenas, y no conoce medida ni en el corazón ni en el vientre ni en ninguna de sus obras y de sus cosas. Se parece a los perros que corren aquí y allá pero nunca están satisfechos. También se puede comparar a un pájaro inmundo que vive en la inquietud y en la voracidad, y teniendo este miserable comportamiento, evita las honestas y saludables costumbres y desahoga su culpa sobre los demás, por lo cual no conoce a Dios, pero atiende, en cambio, a lo que no la concierne en nada. Pero quienes rehuyen la muerte, quieren a Dios y desean alcanzar las alegrías de la eterna promesa de la redención, rechacen el exceso de deseo mundano y moderen sus acciones, adaptando todo su quehacer no sólo al mundo sino también a Dios.
Esto se ha dicho a propósito de la purificación y la salvación de las almas de los penitentes y es digno de fe. Quien tiene fe lo considera cuidadosamente y lo recuerda para actuar el bien.


LA DISCORDIA

Vi otros espíritus malignos en la muchedumbre a los que también oí vociferar con gran alboroto: “Lucifer es nuestro señor. Nadie, mientras estemos con él, nos derribará”. Estos espíritus enseñan a los hombres la discordia y los persuaden a estar en desacuerdo y a huir de la concordia de las virtudes.


LXVII. PENAS DE PURIFICACIÓN DE LAS ALMAS DE LOS QUE, EN VIDA, SE MANCHARON DEL PECADO DE DISCORDIA Y RAZÓN DEL CASTIGO.

Y vi un fuego extraordinario, cerca del que aparecieron espesísimas tinieblas en las que había gusanos de horroroso aspecto y en las que se agitaban muchos espíritus malignos. A estas penas fueron sometidas las almas de los que mientras se encontraron en su cuerpo ignoraron la concordia de la santidad y se asociaron la discordia. Las almas fueron obligadas a pasar del fuego a las tinieblas y de las tinieblas al fuego, aguijoneadas continuamente por los espíritus malignos. Se quemaron en el fuego ya que suscitaron toda clase de males con la discordia. Fueron atormentadas en las tinieblas puesto que provocaron a muchos de este modo, fueron afligidas por los gusanos porque ellos habían sido muy crueles y fueron obligadas por los espíritus malignos a pasar del fuego a las tinieblas y de las tinieblas al fuego porque con este vicio indujeron a muchos a errar.
Y vi y entendí estas cosas.


LXVIII. COMO LOS HOMBRES HACIENDO PENITENCIA PUEDEN EN SUS CUERPOS CASTIGAR LOS PECADOS DE DISCORDIA.

Y de la luz viviente que he descrito, de nuevo oí una voz que me dijo: “Las penas que ves son verdaderas, son tal como las ves y mucho peores todavía. Pero los hombres que quieran evitar los espíritus que los arrastran a la discordia, y que quieran huir de los castigos de este vicio, deben mortificarse con severos ayunos y duros azotes y evitar lo que sea agradable para su cuerpo”.


LXIX. A LOS QUE ELIGEN LA DISCORDIA LOS ATORMENTA UN ESPÍRITU MALIGNO, Y LOS QUE ESTÁN EN LA DISCORDIA Y NO SE ARREPIENTEN SE PRECIPITAN EN UNA RUINOSA CAÍDA.

A los que eligen a la Discordia y nunca se separan de ella, los atormenta un espíritu maligno, por lo que, por esta iniquidad serán sometidos a los tormentos destinados a los asesinos. En efecto la discordia es quien ayuda a la serpentina malicia y la susurra hipócritamente, toma muchas malas decisiones y desperdicia las que son buenas, reprocha las acciones de los demás y se ofende con la deshonestidad ajena. Sabe que existe la sabiduría, pero se niega de imitarla. Vive llena de maldiciones, y llegó a tocar el cielo con las vilezas mas funestas cuando envió la serpiente al Paraíso para quitar la ropa de la inocencia del hombre, cuando el diablo afirmó que el hombre podría parecerse a Dios. La discordia también se ríe de la sabiduría, dispersa las buenas y honradas costumbres e intenta derribar las torres de la virtud. Suscita juegos en los que dispara la cólera y en los que acumula grandes ruinas, pero de todo se excusa tranquilamente. Después de haber hecho eso, dice a los que a menudo atormenta: “Tontos, ¿que hacéis?”
Entonces dice todavía que lleva a la santidad, y lo hace con escarnio, tal como haría un estafador que llevara vasos sagrados a la plaza, para que fueran profanados. Así la discordia expone la santidad al sacrilegio. También de este modo el diablo engaña al hombre. Pero después de que la discordia ha acumulado mucha iniquidad, todo lo devora con blasfemias y lleva todas las cosas a la confusión y a la vergüenza, como si nunca las hubiera acumulado. El hombre simple sin embargo, que por su sencillez queda implicado en el pecado, no conoce este comportamiento, por tanto Dios, cuando lo lleva al arrepentimiento, no lo desprecia. En cambio el hombre que vive en perenne discordia y no se arrepiente, se precipita en la cólera de Dios con estrepitosa caída, pues al no tener temor de Dios camina hacia atrás cuando desprecia el camino de la justicia. La discordia llevó a cabo su trabajo con perfecta plenitud cuando los judíos vieron a mi Hijo hecho hombre y conocieron sus milagros, pero por la iniquidad de sus corazones se alejaron de Él y por lo tanto se precipitaron en la muerte, tal como está escrito:


LXX. PALABRAS DEL EVANGELIO

“Retrocedieron y cayeron en tierra”. (Juan 18,6). Estas palabras tienen que ser entendidas así:
Los que reniegan de la verdad e imitan a Satanás en obras contrarias a Dios, van hacia la destrucción, y caminan hacia atrás cuando cierran sus ojos a la fe. Por eso caen en terribles tentaciones que les empujan hasta el homicidio. Pero como Dios el último día despertará los hombres a la vida inmortal, así también los resucita ahora a la vida por la penitencia. Por tanto, los que lloran en sus cuerpos sus pecados, cuando sus almas se desvistan de sus cuerpos, aunque hayan merecido las penas del purgatorio, son, sin embargo, liberadas más rápidamente. También esto se ha dicho a propósito de la purificación y la salvación de las almas de los penitentes y es digno de fe. Quien tiene fe lo considera cuidadosamente y lo recuerda para realizar el bien.


FIN DE LA CUARTA PARTE

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