(360) Pérdida de visión1. Si a causa de la vejez o alguna enfermedad la sangre y el agua disminuyen considerablemente en los ojos, vaya donde haya hierba verde y estése mirándola un buen rato hasta que sus ojos se humedezcan como cuando se derraman lágrimas, porque el verdor de la hierba se lleva lo que esté turbio en los ojos, y los deja puros y cristalinos.
Y vaya también al río2 o vierta en algún recipiente agua nueva e inclinándose encima reciba el vapor de este agua en los ojos, porque ese vapor excita el agua de sus propios ojos que ya estaban resecos y los deja cristalinos. Tome también un paño de lino y mójelo en agua pura y fría y poniéndoselo alrededor de las sienes y los ojos, átelo con cuidado de no tocar el interior del ojo, no sea que el agua le produzca llagas. Por eso humedecerás los ojos con agua fría con un paño de lino, que es suave, hasta que el agua de los ojos vuelva a generarse y se recupere la visión gracias a dicha agua.
Pues como los ojos son de naturaleza ígnea, la pielecita de los ojos se espesa con el fuego, pero cuando la toca el agua se adelgaza con el frío y la humedad del agua, como ya se dijo.

(1) Cf- PL 1211 A.
(2) Cf. PL 1211 B.

(361) Ojos grises1. Cuando el que tiene los ojos grises se le nublan y duelen por lo que sea, en cuanto aparezca la molestia, recoja hinojo o su semilla y macháquela, tome su sustancia y el rocío que haya en la hierba y un poco de harina de espelta, y mézclelo todo como si fuera una tortita. Póngaselo por la noche por encima de los ojos, átese un paño y se sentirá mejor.
Pues el calor suave del hinojo con el rocío y la fuerza de la harina de espelta, todo en justa proporción, quitan esos dolores. Pues los ojos grises son de aire y por eso el rocío se añade a estos componentes.

(1) Cf. PL 1157 A - B.

(362) Ojos ígneos1. Si quien tiene los ojos ígneos se le nublan o le duelen, que tome savia de violeta y el doble de jugo de rosa; y de jugo de hinojo dos tercios del de rosa; añada un poco de vino y cuando vaya a dormir unte este colirio en torno a los ojos, <cuide> no hacerlo muy fuerte, no vaya a dañarlos, aunque si alcanzara a tocar el globo ocular tampoco le haría demasiado daño.
Pues dado que estos ojos son de fuego, con el frío suave de la violeta y de las rosas se compensan la suavidad del hinojo y el calor del vino (ya que todo ello en la estación cálida alcanza pleno vigor y crece con agradable calor) y aleja el nublado y el dolor de los ojos. Pues la violeta procede del primer viento cálido, por lo cual también sana estos ojos junto a los compuestos antes mencionados.

(1) Cf. PL 1169 D.

(363) Ojos de varios colores. Los que tienen ojos similares a una nube en la que aparece el arco iris y padecen de algún dolor o se les nublan, que recoja calimina1 y métala en vino puro y blanco. Al anochecer cuando vaya a dormir, retire la calimina y extienda ese mismo vino por las cejas, siempre por fuera de los ojos, cuidando que no toque el interior, no sea que el picor de la calimina le haga daño y le nuble aún más la vista.
La calimina posee cualidades de frío y calor en igual proporción, y de este modo contrarresta con el calor del vino los humores nocivos que dañan los ojos. Pero si alcanzara a tocar el globo ocular, los dañaría porque el calor que hay en él no supera al frío ni el frío al calor, y por eso su escozor provocaría llagas en los ojos y les ocasionaría esa nebulosa si llegara a tocarlos. Así pues la calimina, sin que el frío supere al calor ni viceversa, sino templada como hemos dicho, cura estos ojos.

(1) En el texto caliminum. Parece muy dudoso que se trate de calamina, aleación quebradiza; existe un compuesto a base de óxido de zinc, la loción de calamina , que se utiliza contra pruritos, escoceduras, y quemaduras de sol.

(364) Ojos turbulentos1. Si uno <tiene> los ojos parecidos a una nube tormentosa, ni completamente ígnea ni turbia del todo, sino algo verdosa, y suelen dolerle y se le enturbian, que triture hinojo si es verano o su semilla si es invierno; y una vez machacado póngalo en clara de huevo bien desespumada, y póngaselo tal cual sobre los ojos cuando se eche a dormir.
Así el suave calor del hinojo compensado con el frío de la clara de huevo disminuye la niebla y el dolor de ojos. El hinojo mezclado en justa proporción con clara de huevo, que es algo lívida, aporta un remedio sanador a tales ojos cerrados por la lívida humedad de la tierra.

(1) Cf. PL 1157 B.

(365) Ojos negros1. Quienes tienen ojos negros o turbulentos como cuando hay nubes, y por lo que sea se les nublen o duelan, recoja savia de ruda y el doble de licor de miel pura y un poco de vino puro y claro y mézclelo con lo anterior. Póngalo todo en miga de pan de trigo y aplíquelo de noche sobre sus ojos, atado con un paño de lino. Como estos ojos son de tierra, el calor de la ruda y de la miel con el calor del vino, que extrae su propia savia de la tierra, les son de utilidad al ponerlos en miga de pan, que también recibe sus propiedades de la tierra.

(1) Cf. PL 1155 C.
(2) En el original, rutham. Ruta graveolens

(366) Albugo de los ojos. Si a alguien le sale en los ojos un albugo reciente, consiga bilis fresca de buey y aplíquesela de noche en los ojos y átela con un paño de lino para que no escurra, y hágalo así tres días porque el amargor de la bilis rasga el albugo y quita este dolor. Eso sí, hágalo en pequeñas cantidades no sea que si lo hiciera sin moderación le perjudique. Cuando pasen tres días tome alholva1, métala en aceite de rosa, y póngala sobre los ojos pues es muy suave, y ate un paño ya que el frío también suave de la alholva en grata combinación con el aceite de rosa, quita con gran alivio la mancha blanca ya rasgada por la mencionada bilis.

(1) Alhova, alholva o fenogreco (Trigonella foenumgraecum).

(367) Lagrimeo de los ojos. Si alguien tiene los ojos húmedos y como llorosos, quite una hoja de higuera que por la noche haya sido mojada por el rocío, cuando el sol ya haya calentado su ramita, y póngala así caliente encima de los ojos hasta que se empiece a calentar un poco para que se sobrepongan y contengan el humor. Y si no tuviera hoja de higuera, recoja hoja de aliso1 humedecido por el rocío de la noche y calentado después por los rayos del sol y póngala como se ha dicho sobre los ojos. Pero al tercer día ya una sola vez al día. Si tampoco tuviera estas hojas, tome goma2 de melocotonero o de pruno, métala a presión en una cáscara de nuez y caliéntela un poco sobre un ladrillo o al fuego en un horno cerrado y póngasela alrededor los ojos hasta que los caliente. Tal cosa se hará siempre al cuarto día, una sola vez al día, con cuidado, no sea que si lo hiciera <sin control> perjudique en vez de ayudar a los ojos húmedos.
Pues el calor de la hoja de higuera y el frío del aliso son de tal naturaleza que atraen a sí la humedad. Estarán bañados con el rocío que con su delicadeza templará su vigor, y también con el calor del sol que les extrae el jugo para hacerlos más suaves y que no dañen los ojos. La goma del melocotonero y del pruno tienen también el poder de su propia madera, y su propia naturaleza atrae a sí la humedad de los ojos con el calor que coge del ladrillo o del horno, calor que no debe ser muy fuerte sino suave. Y así, como quedó dicho, cesará de manar líquido de los ojos.

(1) Alnus glutinosa (en el texto, en antiguo alemán: Erlen)
(2) En el texto gummi, gomosis, la goma (pega) que exuda el árbol. Propuesto por Hildegarda como alternativa para quien no pueda conseguir folium fici, hoja de higuera, cuyo látex que fluye por el pezón de las hojas cuando se arrancan, es un remedio popular para combatir las verrugas (entre otras cosas). Prino debe ser mala lectura de pruno. Cf. PL 1122 B-C.

(368) Pérdida de oído. Si el oído del hombre se resiente por flema o por cualquier enfermedad, que recoja incienso blanco y haga humo sobre carbón al rojo y déjelo entrar en el oído taponado, pero hágalo rara vez, pues si lo hace sin moderación se encontrará peor.
Pues el humo cálido del incienso blanco, que es más puro que el humo de cualquier otro incienso, avivado por un fuego ajeno hace salir el humo nocivo que trastoca el cerebro y el oído del hombre.

(369) Dolor de dientes1. A quien le duelen los dientes a causa de sangre podrida o de purga de humores del cerebro, tome la misma cantidad de ajenjo2 que de verbena3  y cuézalos en una olla nueva con buen vino claro, y después de cocido el vino, cuélelo por un paño, añádale un poco de azúcar y beba este vino. Cuando vaya a dormir, ate estas hierbas calientes y cocidas como ya he dicho con un paño por encima en torno a las mejillas a la altura de los dientes doloridos. Hágalo así hasta que se cure. En efecto, el vino compuesto con las mencionadas hierbas, una vez bebido, purga por dentro la venitas que se extienden desde la membrana del cerebro hasta las encías de los dientes. Y las propias hierbas puestas alrededor de las mejillas mitigan desde fuera el dolor de muelas, ya que el calor del ajenjo con el calor de la verbena y el del vino, todo en su justa proporción, calma estos dolores4.
+ El que tenga dolor de muelas, saje la carne que rodea al diente en cuestión, o sea en la encía, con un ligero corte en la vena o con una aguja, una única incisión para que de ahí salga la podre y mejorará.

(1) Cf. PL 1172 D.
(2) Artemisia absinthium
(3) Verbena officinalis.
(4) Cf. PL 1193 C.

(370) Firmeza de la dentadura1. Quien quiera dientes sanos y firmes, tome en la boca agua pura y fría cuando se levante de la cama por la mañana y manténgala así durante un rato para que el livor que hay en torno a sus dientes se reblandezca y de paso la propia agua que tiene en la boca le lave los dientes. Y esto ha de hacerse a menudo y así el livor que hay en torno a los dientes ya no crece más sino que se mantendrán sanos.

(1) Cf. PL 1211 B-C.

(371) Gusanos en los dientes. Si un gusano corroe los dientes del hombre, reúna la misma cantidad de áloe y mirra1, y caliéntelo sobre carbones de madera de haya al rojo vivo en un cacharro de barro que tenga cuello estrecho. Se ha de dejar pasar el humo por un tubito estrecho hasta el diente dolorido, con los labios separados pero los dientes bien apretados, para que el humo no vaya a parar a la garganta. Esto se ha de hacer dos o tres veces al día durante cinco días y se curará. Cuando el calor del áloe y el de la mirra se excitan con el calor y frío parejos de los carbones encendidos, la fuerza de su humo aniquila los gusanos de los dientes.

(1) Commiphora molmol

(372) Úvula.Pues si este humo llegara a tocar la garganta, su fuerza haría que se secaran por completo su garganta y su úvula.

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