ORDO VIRTUTUM
A MODO DE INTRODUCCIÓN
La obra.
Es dudoso si el Ordo Virtutum es una composición independiente o simplemente el final de la Symphonia; se conserva en dos manuscritos, uno de los cuales es el gigantesco Riesenkodex finalizado hacia 1151, que al final recoge la partitura completa, melodía y letra, del Ordo.
Por otra parte, la decimotercera visión del Scivias, Cánticos de Júbilo y Celebración, incluye un resumen del Ordo de contenido muy similar, pero sin música.
La autora.
Santa Hildegarda carecía de formación musical, tal como atestigua en su Vita Sanctae Hildegardis Teodorico de Echternach, su último secretario y redactor de su biografía oficial por encargo del abad de San Disibodo: “A excepción de una simple introducción al Salterio, no recibió enseñanza alguna, ni del arte de la música, ni de las letras, y sin embargo han quedado de ella no pocos escritos y no exiguos volúmenes”1
(1).- Vida y visiones de Hildegard von Bingen, por Victoria Cirlot, Editorial Siruela
Teología del canto
A Santa Hildegarda la Luz Divina la hizo entender que la música y el canto tenían un significado especial, como revelan las siguientes citas, tomadas de una carta que algunos consideran un resumen de teología de la música:
"El canto que el ser humano entona con el alma es un eco de la armonía celeste […] puesto que en la voz de Adán, antes de su caída, residía toda la armonía y toda la dulzura del arte musical […] El cuerpo es la vestidura del espíritu, que tiene una voz viva, y por eso es apropiado que el cuerpo use su voz en armonía con el alma para cantar alabanzas a Dios. […] Y como a veces una persona suspira y gime, el sonido del canto recuerda cómo era la naturaleza de la armonía celeste […] Y así los santos profetas, inspirados por el Espíritu que habían recibido, compusieron salmos y cánticos para inflamar los corazones de los oyentes y también construyeron diversos instrumentos musicales para mejorar estas canciones de alabanza con melodías variadas"2
(2) Citas de la Carta nº 23, Hildegarda a la Curia de Maguncia (The Letters of Hildegard of Bingen. Vol. I, Translated by Joseph L. Baird Radd K. Ehrman. Oxford University Press 1994)
Dentro o fuera de los muros
Se discute si el Ordo estaría destinado a representarse en público, fuera de los muros del monasterio, o dentro del claustro y exclusivamente para edificación de las monjas. Dronke, autor de la primera edición crítica, cree que estaba destinada a interpretarse en público, y que debió estrenarse en la consagración del monasterio de San Roberto el 1 de mayo de 1152 en presencia del arzobispo de Maguncia y otros prelados, así como de las familias de las monjas y otros nobles que habían ayudado a la fundación del monasterio y a independizarse del abad de San Disidobo. Esta hipótesis, no obstante, ofrece considerables dificultades y no pasa de conjetura.
El contenido
La obra expone el arduo viaje del alma a la felicidad eterna, y las luchas de las Virtudes que ayudan al alma contra el diablo que quiere apartarla de Dios. Consta de 82 melodías diferentes, y toda ella es para ser cantada excepto los parlamentos del diablo, que en lugar de cantar vocifera con estrépito porque no puede producir armonía.
Los personajes
En la obra actúan los patriarcas y profetas del Viejo Testamento, las Virtudes, las Almas y el Diablo.
- Los Patriarcas y Profetas cantan a coro.
- Las Virtudes, que a veces cantan a coro y una sola voz: “Oh fugitiva, ven, ven a nosotras y Dios te aceptará”, otras veces hablan individualmente para animar a sus compañeras a orientar y fortalecer el alma en el camino de la salvación: “...permanece firme y nunca caerás”, son 17: Conocimiento de Dios - Humildad - Caridad - Temor de Dios - Obediencia - Fe - Esperanza - Castidad - Inocencia - Desprecio del Mundo - Amor Celestial - [¿Disciplina?]3 - Modestia - Misericordia - Victoria - Discernimiento y Paciencia, de las cuales la Humildad es la reina.
- Las almas intervienen en diversos estados: Encarnada, Feliz, Afligida y Penitente, que en el Epílogo cantan a coro con las Virtudes.
- El diablo, del cual se ha dicho que sería la ínica voz masculina en la representación, aunque ni la partitura ni el Scivias permitan suponerlo.
(3) El nombre está tachado en el manuscrito.
El argumento
La edición crítica del Ordo Virtutum en el Corpus Christianorum Continuatio Mediaevalis (CCCM) lo divide en Prólogo, cuatro Escenas y un Epílogo, aunque ninguno de los manuscritos existentes señale tales divisiones.
El Prólogo se abre con el coro de Patriarcas y Profetas que cantan: "¿Quiénes son éstos que parecen nubes?" (Is. 60), que evoca la construcción de la Jerusalén celestial. El Coro de Virtudes responde ampliando y modificando esta imagen: Las Virtudes reciben los rayos de luz del Verbo y son las ramas y frutos del árbol cuyas raíces fueron los Patriarcas y los Profetas, presagio de la renovación y crecimiento que fue la Encarnación.
La Escena Primera: En la oscuridad del pecado, un grupo de almas encarnadas lamenta su condición imperfecta por haber perdido su estado paradisíaco de "hijas del Rey” y ruegan al Rey que las libere aunque saben que la liberación implicará lucha. Sólo una de ellas es Feliz y anhela el “vestido resplandeciente" de su cuerpo glorificado.
Las Virtudes la felicitan por "amar mucho" recordando las palabras de Cristo sobre la mujer que le ungió los pies, pero cuando la recuerdan que antes del Paraíso deberá librar batalla contra el pecado y el Diablo, el Alma Feliz, que aún no está vestida con su brillante vestido celestial sino con un vestido terrenal que tiene que perfeccionar en este mundo, se lamenta con más fuerza que las otras almas.
Desesperada, se esconde del Creador como Adán y Eva después de pecar, y declara desafiante que también quiere disfrutar del mundo que Dios creó para su uso. Esta explosión del Alma impulsa la primera intervención de Diablo, que alienta su deseo de mundo para distraerla del camino de la salvación, y que afirma que puede dar todo al que le siga, como en las tentaciones de Cristo en el desierto. El Diablo, a diferencia del resto, nunca canta. Las Virtudes, encabezadas por su reina, la Humildad, se burlan de la acusación que las hace el Diablo de que ignoran su propia naturaleza, pues así es como el Diablo interpreta su conformidad con la voluntad divina. En cambio, la Humildad sí que sabe cuál es la naturaleza del Diablo: El dragón arrojado al abismo.
En la Escena Segunda, entran en escena 16 Virtudes que una a una van llamando a las demás: "¡Venid a mí!". A cada invitación, las demás Virtudes acuden rápidamente. Las virtudes cantan una a una o en coro, y solo una vez interviene el Diablo. La escena comienza con la imagen de la dracma perdida que da esperanza al Alma Errante. A continuación, las imágenes pasan a la unión amorosa del Cantar de los Cantares, el crecimiento, la floración y la luz, y a veces el combate.
La Caridad promete llevar a las Virtudes “a la candida luz radiante del retoño en flor”, la vara de Aarón de la que brotan flores, es decir, María que trae la flor de Cristo. La Victoria usa figuras del Antiguo Testamento, y María pisa la serpiente (Gn. 3, 15). En la imagen final de esta escena, la Humildad utiliza imágenes del Cantar de los Cantares (8, 5); “Debajo del manzano te desperté”, y de Isaías (60, 21): "retoño de mis plantaciones, obra de mis manos para manifestar mi gloria”.
Escena Tercera: Las Virtudes ven al Alma enferma y maltratada por haberse apartado de ellas, y la llaman para que vuelva, sin darse cuenta que está demasiado débil para hacerlo sin ayuda. Entonces la Humildad dice que Cristo es un “gran médico", "que "ha sufrido duras y amargas heridas" por causa del Alma, y ordena a las Virtudes que la lleven de regreso a su morada, y mientras lo hacen, cantan la “Sinfonía”, que es la música y danza jubilosa que celebra la vuelta del hijo pródigo (Lc 15, 25), con quien el Alma se identifica. Las Virtudes cantan a coro una exultante acción de gracias por su regreso a casa, pero entonces el Diablo irrumpe y reclama el Alma para sí
En la Escena Cuarta el Alma ya está bastante fuerte para desafiar al Diablo: "Ahora, engañador, peleo contra ti". Por orden de la Humildad, las Virtudes, dirigidas por la Victoria, atacan al Diablo y lo encadenan. Entonces la Castidad se jacta de que ella también pisó la cabeza de la serpiente en el milagroso nacimiento de María y el Diablo replica ferozmente: Aquel nacimiento fue una transgresión de la "cópula agradable" que Dios ordenó a la humanidad, " que el marido dé a su mujer lo que debe y la mujer de igual modo a su marido " (I Cor 7, 3.). La virginidad es un emblema de la ignorancia humana, no del privilegio divino. La Castidad responde en defensa de la Encarnación, no como un nacimiento humano, sino como el inicio de la reintegración de la raza humana en Dios.
El Epílogo concluye con dos coros resplandecientes. En el primero las Virtudes alaban y dan gracias por el esquema de la salvación, la fuente de amor ardiente que brota del Padre. Después, los barcos con almas navegan hacia la Jerusalén celestial.
En el segundo coro, las Virtudes y el coro de Almas que se quejaban en la Escena Primera, evocan a Cristo, adalid de la humanidad, y recuerdan su sufrimiento redentor. Su cuerpo herido está "adornado de joyas" que evocan la Jerusalén celestial, la ciudad “llena de gemas”, a la que aspira el Alma.
Esta traducción:
Como se ha dicho, el manuscrito original (que se reproduce al final de la traducción) recoge la partitura musical completa, melodía y la letra, de Santa Hildegarda.
La mayoría de las traducciones presentan la obra en verso libre, y por tanto distribuyen el texto en estrofas que realmente no tiene el original. En nuestra traducción, hemos dejado el texto seguido, sin estrofas, para facilitar su lectura. En cambio, seguimos la división tradicional que hacen las ediciones críticas en Prólogo, cuatro Escenas y Epílogo.
Discografía:
Hay varias ediciones de esta obra en CD. Las más conocidas son:
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- Hildegard von Bingen: Ordo Virtutum |
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