LA CUARTA IMAGEN

La cuarta imagen tenía la estatura de un hombre, y era como humo espeso, pero no tenía miembros humanos, excepto ojos negros muy grandes. Esta figura ni subía, ni bajaba, ni se movía de una parte a otra, sino que permanecía inmóvil en las tinieblas antes mencionadas. Y dijo:


VII. PALABRAS DE LA DUREZA DE CORAZÓN.

“No he creado nada, a nadie hice existir. ¿Por qué debería trabajar y desgastarme? Así que no lo haré; no quiero trabajar para nadie, excepto si puede ser útil para mí. Dios que lo creó todo que se ocupe de cuidarlo, porque ¿si soy afable con alguien y les pregunto por sus asuntos, qué beneficio me produce? No voy a hacer nada, ni bueno ni malo. ¿Y si estoy siempre ocupado en ser compasivo, qué tranquilidad me produce? ¿Qué tipo de vida tendré si presto atención a toda la gente feliz y triste? Me cuidaré de mí mismo y que cada uno cuide de si mismo”.


VIII. RESPUESTA DE LA MISERICORDIA

De nuevo oí desde la nube tempestuosa una voz que contestaba a esta imagen: “¡Oh, corazón de piedra!, ¿qué dices? Las plantas con flores ofrecen su aroma, y la piedra emite su humedad. Toda la creación muestra su plenitud de algún modo. Todas las criaturas sirven al hombre y hacen este servicio de buena gana. Tú, sin embargo, no eres bastante digno de tener forma de ser humano, sólo sale de ti una mirada cruel, sin misericordia; eres como humo amarguísimo, ennegrecido por la maldad.
Pero yo soy una planta con toda la suavísima fuerza vital que crece en el aire y en el rocío. Mis entrañas están tan repletas que puedo ayudar a los demás. Estuve presente en aquel Fíat del que descendieron todas las criaturas que sirven al hombre. Pero tú en aquella ocasión fuiste excluido. Con mis ojos veo toda necesidad y la hago mía. Ayudo al abatido a recobrar el ánimo, porque soy como bálsamo para el dolor, y mis palabras son las adecuadas ¡Pero tú solamente eres humo amargo!”

LA QUINTA IMAGEN

La quinta imagen tenía algo así como una cabeza humana, salvo que su oreja izquierda era una oreja de liebre, tan grande que cubría su cabeza entera. El resto de su cuerpo parecía el de un gusano sin huesos, enroscado en su agujero como un niño envuelto en su ropa. Y dijo con voz espantosa:


IX. PALABRAS DE LA PEREZA

“No quiero ofender a nadie para no verme privado yo también de consuelo o ayuda. Porque si ofendo a alguien, podría arruinar mi propia existencia y no tendría ningún amigo. Honraré al noble y al rico y no prestaré ninguna atención al santo ni al pobre ya que ellos no pueden beneficiarme de ningún modo. Solo quiero ser agradable a todos para no sufrir, porque, si atacara a alguien, podrían devolverme el golpe con fuerza. Y si yo hiciera a alguien un pequeño mal, pronto me devolvería uno más grande. Mientras viva con los hombres quiero vivir en paz. Tanto si hacen mal como si hacen el bien, callaré. Igualmente, a veces es mejor mentir y engañar que decir la verdad. Es también mejor para mí ganar algo que perder; es mejor huir del fuerte que luchar contra él.
¿Qué ganaría si comenzase algo que no pudiera terminar? Aunque los vencedores y los sabios se burlan de mí, ellos tienen sólo lo que les viene, yo sin embargo, elijo mi propia casa. Los que dicen la verdad frecuentemente, pierden sus bienes, y los que combaten, a veces mueren”.

X. RESPUESTA DE LA VICTORIA DIVINA

De nuevo oí una voz de la misma nube tempestuosa que respondió a la figura: “Tu primera equivocación fue cuando levantaste tu voz contra Dios y no quisiste imitar a la justicia. Y así has vagado errante en compañía de tu terrible insensibilidad separándote de la justicia, has engañado a la gente cuando tenías circunstancias favorables. No tienes nada de integridad.
Yo sin embargo, sostengo la espada de las virtudes más fuertes de Dios, y con ella puedo eliminar toda injusticia. Te golpearé en la mandíbula con mi espada. Endureceré mi corazón contra ti porque eres como ceniza de ceniza. Me aseguraré de que todas las cosas que deseas y reúnes, sean pequeñas y escasas. No quiero vivir en la ceniza ni en las vanas mentiras del mundo, deseo por el contrario llegar a la fuente de agua viva. Lucho contra la antigua serpiente y destruyo todas sus defensas con el misterio de las Escrituras de Dios, con las que siempre atacaré en mi lucha contra el diablo. Por esta razón siempre moraré con el Dios verdadero”

LA SEXTA IMAGEN

La sexta imagen tenía cara de hombre, excepto que su boca era como de escorpión y sus ojos estaban tan deformados que lo blanco era más grande que las pupilas. Sus brazos parecían de hombre, pero sus manos estaban retorcidas y tenían garras largas. Su pecho, vientre y espalda, parecían los de un cangrejo. Sus patas parecían de langosta y sus pies eran como víboras. Estaba entrelazado dentro de una rueda de molino que daba vueltas, de modo que se sujetaba con sus manos a los radios superiores, y con sus pies a los inferiores. No tenía pelo en su cabeza y estaba desnuda. Y profirió por su boca estas palabras como antorchas ardientes:


XI. PALABRAS DE LA CÓLERA

“Yo pisoteo y abato todo lo que me ofende. ¿Por qué debería soportar una ofensa? El que no quiera que le haga nada que tampoco me lo haga a mí. Heriré con mi espada y golpearé con mi bastón a quien quiera afrentarme”.


XII. RESPUESTA DE LA PACIENCIA

Y otra vez oí una voz desde la nube tempestuosa, que contestaba a esta figura: “Mi voz se oyó en las alturas, mi voz alcanzó la tierra y destiló bálsamo sobre ella. Tú eres un autentico fraude que bebe sangre, pues siempre eres del Norte. Pero yo soy la fuerza vital del aire dulce que produce las flores y frutos de todas las virtudes; construyo solidamente en las mentes de los hombres y acabo todo que comienzo, ya que soy constante. No pisoteo a nadie, soy tranquila y nadie me condena. Pero si tú eriges una torre, con una palabra la destruiré, la despojare y la dispersaré. Tú serás destruido, pero yo permaneceré eternamente”.


LA SÉPTIMA IMAGEN

La séptima imagen parecía un hombre desde la cabeza hasta los lomos, salvo que sus manos parecían de mono. De lomos para abajo parecía una cabra. Pero sus pies estaban tan escondidos en las tinieblas antes mencionadas que no podía verlos completamente. No llevaba puesta ninguna ropa y estaba completamente desnuda. Y dijo:


XIII. PALABRAS DE LA ALEGRÍA NECIA

“Tengo una vida dulce y hermosa. ¿Por qué debería abstenerme de ella? Dios me dio esta vida. ¿Porque motivo no voy a dar placer a mi carne? Del mismo modo que el cobre es primero muy duro y tiene color negruzco, pero luego brilla como el oro, si hay alguna suciedad en mi carne, yo no soy culpable. Hay muchas personas que viven sencillamente en la ceguera y no saben lo que hacen, pero conozco esta vida y quiero vivirla plenamente”.


XIV. RESPUESTA DEL DESEO DE DIOS

Y otra vez oí desde la nube tempestuosa una voz que contestaba a esta imagen y decía: “Tú, ser desnudo, ¿por qué no te avergüenzas de llevar una vida ciega y muda en vez de aquella en la que no existe ninguna nocturna oscuridad? Con tus acciones violas la justicia y la verdad. No vives una vida racional. Yo sin embargo se que la vida mundana se marchita como el heno, por lo que mi anhelo apunta a otras cosas que nunca se agotarán. Conservo en mí la armonía divina y la alegría angélica y espiritual y no me harto de ellas porque con ellas hice alianza y de ellas nunca me separaré”.

Y vi que el Hombre antes mencionado tenía agarrada por la empuñadura una espada desenvainada que tenía tres filos; comenzó a balancearla de un lado a otro, para herir, y dijo:

XV. PALABRAS DE LA ESPADA

La espada dijo: “Tengo el mayor celo contra el Norte y contra todos sus habitantes. ¿Quién puede superarme y abatirme? ¡Nadie! Porque no estoy formado de materia. El hombre y la mujer no me han procurado la existencia, pero juzgo sobre todas las obras concebidas. Porque Dios formó al hombre del barro de la tierra, en él completó todas sus obras y miro en él como quien mira en un espejo”

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