XXVIII. LA LEY ANTIGUA ERA SONIDO DEL VERBO, PERO NO EL VERBO.
Él, de sus hombros abajo, fundó una milicia especial de hombres. Impuso las prescripciones de la vieja ley, que se parecía al sonido de la Palabra pero no era la Palabra misma. El sonido de una palabra se oye antes que la palabra se entienda. Del mismo modo, la vieja ley era el sonido o la sombra de la Palabra hasta que apareciera la Palabra, es decir Cristo.
XXIX. COMO EL CUERPO SE SUSTENTA POR LAS RODILLAS, ASI DIOS LLEVA TODA LA CREACIÓN.
De los muslos a las rodillas, el Hombre está en el aire que circunda la tierra: Del mismo modo que todo lo carnal viene de los muslos y estos se apoyan y se mueven sobre las rodillas, así también Dios lleva a todas las criaturas y las alimenta en el calor encendido y en la humedad del aire en las que se basa y nutre la vida del cuerpo. Del mismo modo, un nuevo pueblo surge de la verdadera castidad y goza del consuelo (aunque sufra mientras está en la tierra) y se templa con la dulzura de los milagros y las virtudes. Cuando la Divinidad se unió a la Virgen por el aliento del Espíritu Santo, la Palabra se dio a conocer en su humanidad, y reveló la nueva ley por Él mismo. Y así el sonido y la Palabra se convirtieron en uno, cuando la vieja y nueva ley se armonizaron en una.
XXX. LA LEY ANTIGUA VIO IMPERFECTAMENTE, CASI EN SOMBRAS, PERO LA NUEVA VE ABIERTAMENTE. ASÍ TAMBIÉN LAS ALMAS DE LOS SANTOS NO TIENEN TODAVÍA EL GOZO PLENO, PORQUE SÓLO VERÁN CON PERFECCIÓN UNA VEZ RECOBREN SUS CUERPOS.
La vieja ley era obscura pero la ley nueva se muestra abiertamente. De manera similar las almas de los bienaventurados, como la ley antigua, privadas de sus cuerpos, no tienen pleno gozo, ya que no ven todavía perfectamente el rostro del Padre, pues sería para ellos imposible, porque algo partido por la mitad no puede ver íntegramente.
Pero cuando reciban sus cuerpos y estén íntegros, verán lo íntegro en su plenitud y en adelante, como la nueva ley ve perfectamente lo que oscurecido no podía verse en la antigua, nunca cambiarán a nada diferente.
XXXI. LA VOCACIÓN DEL NUEVO PUEBLO NO SE DERRUMBARÁ AUNQUE TENGA FATIGAS Y SUFRIMIENTOS.
Entre rodillas y pantorrillas, el Hombre está en la tierra. Puesto que las rodillas sustentan a una persona y las pantorrillas dan fuerza a sus pies, así también Dios mueve y refuerza todas las cosas y da la fuerza a la tierra para que sostenga y de fuerza a las criaturas, y esta fortaleza es su sostén. Así, la tierra se parece a las rodillas y pantorrillas de las criaturas, y las sostiene como el eje de la rueda de un carro. Dirige el agua de aquí para allá, ya que si la tierra no se interpusiera entre el aire y el agua, el aire no dejaría fluir el agua.
Pero como la rodilla a veces se flexiona, pero la pantorrilla limita su movimiento, así también la tierra es a veces conducida por el camino incorrecto por algunas de sus criaturas, de forma que no realice su tarea correctamente. La tierra, sin embargo, no vacila porque el poder de Dios la restaura al camino adecuado.
Así también la vocación del nuevo pueblo, manifestada al mundo entero por el Evangelio y reforzada por él, sufrirá muchas penas y tribulaciones cuando sus rodillas sean sacudidas por el Anticristo. Pero con la fuerza de sus pantorrillas, estos hombres no se derrumbarán ya que tienen su confianza en su cabeza, que es el Señor.
Porque lo mismo que la cabeza, que estaba en la tierra sin pecado, se transformó por la Pasión en alguien diferente de como era al principio, como si sus rodillas se doblaran pero sin disminuir nunca su fuerza, del mismo modo el seductor diabólico flexiona de vez en cuando a la Iglesia basada en la nueva ley. Pero también ella recuperará sus fuerzas y seguirá y permanecerá invencible.
XXXII. EN LAS REGIONES INFERIORES DEL ABISMO, AL IGUAL QUE EN LAS REGIONES SUPERIORES, EXISTEN MUCHAS COSAS DESCONOCIDAS PARA EL HOMBRE.
Y de pantorrillas para abajo hasta las plantas de los pies, el Hombre está en las aguas del abismo, de modo que está de pie en el abismo. Esto significa que la fuerza de Dios y su vida maravillosa están escondidas, eso es lo que está simbolizado en las plantas de sus pies invisibles. Y se refiere a aquellos misterios que no deben ser conocidos por el hombre, como lo que está en las aguas del abismo, porque así como muchas cosas que no son conocidas están en lo alto, de la misma forma, muchas de las que están en el abismo no pueden ser conocidas por los hombres y también le confortan. Él también gobierna y juzga lo que hay en las partes inferiores que están bajo su poder, y sus juicios alcanzan los infiernos. No hay nada que no esté bajo su poder.
Él está establecido fuertemente en sus misterios, puesto que Dios no los revela completamente a nadie. Dios está descansando durante el séptimo día de todo su trabajo, lo mismo que el hombre que está sobre la planta de sus pies. Del mismo modo, en el tiempo del anticristo, la vocación del nuevo pueblo, que no pierde su fortaleza sino que la conserva hasta realización de las maravillas de Dios incomprensibles para el hombre, como apoyándose sus pies descansa en estas maravillas hasta el último día, y no vacilará más, porque todas las debilidades terminará aquí.
XXXIII. NINGÚN HOMBRE PODRÁ SABER QUÉ OCURRIRÁ DESPUÉS DEL FIN DEL HIJO DE LA PERDICIÓN
En efecto, lo mismo que nadie puede explorar el abismo, tampoco nadie puede saber el futuro que siga al fin del hombre de perdición. La sabiduría ha hablado sobre estas cosas:
XXXIV. PALABRAS DE LA SABIDURÍA
“La altura del cielo, la anchura de la tierra, las profundidades del abismo: ¿quién puede medirlas?” (Eclesiástico 1, 2) Significa lo siguiente:
La esfera del mundo está movida por fuego, viento y aire, y todas las criaturas viven en su interior. Como el cielo con todo su esplendor está en la parte más alta de este globo, ¿qué hombre podría penetrarlo nunca con una mirada?
También la amplitud de la tierra, con las aguas que corren alrededor y con las que corren sobre el abismo, se encuentra en cierto sentido en el centro de esta esfera. Pero nadie puede entenderlo. El abismo con todas sus cosas singulares está al final del globo. ¿Y quién puede llegar a este final? Nadie, excepto Dios que lo creó. Pero el hombre vive dentro de esta esfera y está rodeado por su extensión, por tanto ninguna persona puede avanzar con su inteligencia más allá de este confín, porque las criaturas viven en la fuerza de Dios como el corazón vive en la persona, una pequeña parte en comparación de la persona entera. De manera similar, las criaturas son una pequeña parte del poder de Dios, que es grande e incomprensible. Todas las criaturas que están en el cielo, en la tierra y en el abismo no pueden entender a Dios, ni distinguirlo, ni encerrarlo dentro de límites.
Pero toda la sabiduría proviene de Dios que todo lo domina. Dios predestinó todas las cosas con su sabiduría y distinguió con su sabiduría todas las cosas que Él creó en este globo. Él dio a todas las cosas el sabor de cielo y las rodeó del círculo del cielo con su ministerio real. Él transformó la tierra para que sirva las necesidades de todas las criaturas. Él penetró el abismo como un administrador que no permite que ninguna de sus cosas se pierda. Pero la sabiduría es también el ojo de Dios que prevé y contempla todas las cosas, y es amiga afectuosa y abrazo amable, porque Dios todo lo trata con mesura. La sabiduría también llama a los hombres a las alturas del cielo, ya que Él domina en plenitud sobre todas las criaturas con la ciencia, que es el ojo de la sabiduría. Pero el hombre también se parece a la amplitud de la tierra ya que tiene la posibilidad de desear y elegir. ¿De qué modo?
Al hombre le alegra lo que desea, al desear elige según su voluntad, y entonces recibirá auxilio en lo que ha elegido. Si invoca a Dios, Dios le ayudará, pero si elige al diablo, el diablo le saldrá al encuentro con la sugerencia del mal. El hombre también puede desear y elegir saber racionalmente, pero independientemente de lo que él desee o elija, no lo hace por su propio poder, sino con el permiso de Dios que lo creó. Como el hombre puede hacer muchas cosas diferentes, también puede tener muchos deseos y posibilidades de elección para buscar y conseguir muchas cosas. Y lo mismo que el diablo engañó al primer hombre, a menudo vuelve a seducirlo con las mismas sugestiones.
El hombre cuando se aleja de los buenos deseos y se vuelve hacia el diablo puede hacerse como la profundidad del abismo, y entonces, el diablo suscita sus deseos según su libre voluntad. Y Dios permite que esto suceda. Cuando en cambio, el hombre se entrelaza con deseos buenos y realiza obras buenas, transgrediéndolas a veces, no porque haya dejado de hacer cosas buenas completamente, sino porque a veces se descuida, Dios entonces no permite que perezca, porque lleva todavía en sí el deseo del bien.
El diablo, sin embargo, no confía en el hombre completamente, aunque realice los deseos de su carne, porque el diablo sabe que el hombre no quiere renunciar a Dios. Ese hombre no está de pie en el abismo, sino que parece una tormenta que a veces aclara con el sol y a veces se envuelve en nubes negras. ¿Quién puede medir la entidad del desprecio del hombre, quién ha preguntado por qué el hombre, creado sobre todas las obras de Dios, abandonó a Dios e imitó al diablo que perdió toda su gloria cuando se opuso a Dios por orgullo y quedo destruido? ¿Quién puede medir la destrucción causada cuándo el hombre abandonó a Dios y eligió al peor tirano, es decir al diablo, en vez de a Dios? Pero Dios prevé y juzga estas cosas.
XXXV. DIOS INFUNDIÓ LAS MAYORES VIRTUDES DE SANTIDAD AL HOMBRE CAIDO EN EL MAL.
Este Hombre se vuelve hacia Oriente, para mirar al Oriente y al Sur. Desde el principio del mundo Dios ordeno que sus criaturas procedieran casi como fúlgido sol. Dios no sólo las formó, sino que las perfecciono y las multiplicó, encauzándolas hacia el Sur. Y después que se apresuró a ir de Dios al mal reformó al hombre, respecto a su estado original, infundiéndole mayores virtudes de santidad.
XXXVI. NADIE PUEDE COMPARARSE A DIOS.
Su cara, sin embargo, brilla con tal resplandor que no se puede mirar completamente porque la santa Divinidad arde con tanto brillo, bondad y justicia que nadie es capaz de escudriñar los detalles. No hay ningún otro Dios excepto Dios. Nadie puede realizar sus obras como Él, ya que solo Dios está en todas sus maravillas, que son, como Él mismo, incomprensibles. Él es el mismo fuego del que arden y viven los ángeles. Él es el claror del que proceden muchos arcanos que encierran la vida de milagros que está en Dios. Y estos milagros son innumerables en el cielo y en la tierra y en el abismo.
XXXVII. TODAS LAS COSAS OBEDECEN DILIGENTEMENTE LAS ORDENES DE DIOS
Junto a la boca del Hombre, hay una nube blanca que parece una trompeta. La ordenación divina y suave, unida a su divina voluntad, expresan las divinas emanaciones que salen de la boca de Dios, y suenan como el sonido de la trompeta.
La trompeta esta llena de todos los sonidos que suenan con presteza, porque todas las cosas racionales o irracionales, por disposición de Dios, obedecen la orden divina con total sumisión, obedecen a Dios y le honran y alaban, ya que Él los creó. Porque, en efecto, Dios es bueno y todas las cosas que vienen de Él son buenas.
XXXVIII. DIOS DISPUSO TODO PARA MANTENER EN LA RECTITUD A LOS ESPÍRITUS DE LOS CIUDADANOS DEL CIELO, SUSTENTÓ AL HOMBRE PARA QUE NO SE PERDIERA COMPLETAMENTE Y FRUSTRÓ CON SU ENCARNACIÓN LO OBRADO POR LAS TINIEBLAS.
Cuando el Hombre sopla la trompeta, produce tres vientos, ya que Dios de modo inescrutable y por oculta disposición de su voluntad, ha hecho proceder tres vías de justicia en tres órdenes de santidad. De los vientos, uno lleva una nube ardiente, otro una nube tempestuosa, el tercero una nube resplandeciente, y están sustentadas por los mismos vientos. Así, la primera vía de justicia está en la gloria de los ángeles, que arden con el amor de Dios y solo quieren lo que Dios quiere, tal como la nube ardiente. Otra vía es el trabajo de los hombres, es tempestuosa, y tiene muchas dificultades y tribulaciones, casi como la nube tempestuosa. La tercera vía abarca la virginidad blanca e inmaculada de la Encarnación del Señor, como la nube resplandeciente, porque la justicia es el fundamento de todo esto y se sustenta en la santidad.
En efecto, Dios, haciendo todas las cosas según el misterio de su voluntad, consolidó en la justicia a los espíritus celestiales y sustentó a aquellos hombres que se abandonaron a obras tempestuosas para que no perecieran completamente. Ahuyentó las obras de las tinieblas con la luz de la Inmaculada Encarnación y con la luz de la virginidad, y reveló los caminos de la justicia. Los ángeles permanecieron en el amor de Dios, mientras que el hombre, alejándose de Dios, tuvo que ser restaurado después de su caída gracias a las obras santas que le devuelven otra vez a la magnificencia original.
Los hombres ahora se afanan con el trabajo bendito bajo la carga de la carne, pero en el último día se alegrarán en la sinfonía de todo tipo de alabanzas. La carne constriñe al espíritu mientras se encuentra en la carne, pero más tarde la carne estará sujeta al espíritu, y así el hombre podrá ser completamente santo.
XXXIX. LOS ÁNGELES TIENEN FIJA SU MIRADA EN EL ROSTRO DE DIOS, Y SIEMPRE ESTÁN LISTOS PARA CUMPLIR SU VOLUNTAD
El viento que lleva encima la nube ardiente, permanece delante del rostro del Hombre, ya que la justicia de la voluntad de Dios mantiene la gloria de los ángeles que arden en el amor de Dios y están en la voluntad y en la gloria de Dios. Porque los ángeles que miran la cara de Dios están siempre listos para actuar según su voluntad y no se apartan de Él.
XL. DIOS CONOCE LAS OBRAS DE LOS SANTOS Y NO LAS DEJA EN EL OLVIDO
Los otros dos vientos, sin embargo, descienden con sus nubes al pecho del Hombre, y allí despliegan sus vientos. La justicia, avanza con el hombre por dos caminos, uno la antigua ley y otro la Encarnación del Hijo de Dios, y penetra en la profunda ciencia de Dios con las buenas obras de los hombres, y se extiende en muchas maravillas, ya que Dios conoce las obras de los santos y no las olvida. En su secreto designio Dios prepara la eterna recompensa para el santo y extiende sus buenas obras en alabanza infinita de su gloria.
Pero el viento que permaneció con su nube delante de su rostro, se difunde del Este al Sur, porque la justicia, que refulge en la presencia de Dios en la gloria de los espíritus más altos que en el principio se mantuvieron firmes a la verdad, se inclina sobre las acciones rectas de los hombres, para que el hombre alcance su gozo con estas obras, como el que tenía originalmente. La razón de esto es que Dios dio la capacidad de razonar tanto a los ángeles como a los hombres y también dio a cada persona la protección angelical. Dios hizo esto tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento, pero Él unió a ángel y hombre en el Nuevo Testamento con mayor amor que en el Antiguo. Porque, en el Antiguo Testamento, un ángel era como la voz de un hombre, pero en el Nuevo Testamento el ángel se unió al hombre como una voz está ligada a la palabra.
XLI. LOS SANTOS ESPÍRITUS TIENEN UN SENTIR UNÁNIME.
En la nube ardiente, hay una muchedumbre resplandeciente que tiene una vida concorde en una sola voluntad y en una sola unión, porque los ejércitos ardientes de los santos espíritus viven en ardiente gloria y honor. Su gloria es inefable y su número es tan grande que no se puede calcular sino es con la ciencia de Dios. Y quieren todas las cosas que Dios quiere y están ligados como si fueran uno, porque están unidos en un único principio, como un solo cuerpo que tiene miembros distintos pero es un solo cuerpo, y así son una sola vida en la unanimidad.