XLII. DIOS LANZA A LA TIERRA RAYOS Y TRUENOS POR LOS JUICIOS DE LOS CIUDADANOS DEL CIELO, Y ATERRORIZA A LOS PREVARICADORES DE SU LEY CON CARESTÍAS, PESTILENCIAS Y GUERRAS.
Delante de ellos hay un tablero, lleno por todas partes de plumas que vuelan según los mandatos de Dios, ya que son los preceptos de Dios los que las sustentan. Esto significa que el tablero antes citado está lleno de los misterios del juicio divino, que se manifiestan según la voluntad de Dios, cuando Él quiere que se manifiesten. La sabiduría de Dios ha escrito en este tablero sus secretos que la muchedumbre mira atentamente, ya que Dios tiene otros misterios ocultos en su secreto designio, que los espíritus benditos observan con mucha atención. En efecto, cuando Dios ve a hombres adorar a ídolos y a otros hombres que prevarican su Ley, a menudo los ardientes juicios de los ciudadanos del cielo que arden en su amor, le hacen mover las ardientes plumas de los vientos y envía sobre la tierra rayos y truenos y aterroriza a los pueblos con hambres, pestes y guerras y así lleva al mundo entero a terrible conmoción.
XLIII. A CADA JUICIO DE DIOS, LOS ÁNGELES REPITEN SUS ALABANZAS.
Mientras los ángeles miran atentamente el tablero, la virtud de Dios en ellos hace que resuenen como una trompeta muy fuerte con todo genero de música en unánime melodía. Esto significa que cuando contemplan la voluntad de Dios, también reciben las virtudes de Dios, colmadas de fortaleza y en plenitud de toda clase de alegrías y unánimes alabanzas a Dios. Ellos solo entonan las alabanzas de Dios ya que todos sus juicios son verdaderos y justos, como Juan también oyó en su Apocalipsis y ha escrito.
XLIV. JUAN EN EL APOCALIPSIS SOBRE ESTA CUESTIÓN.
“¡Oh, Señor, Dios omnipotente, tus juicios son verdaderos y justos!” (Apocalipsis 16,7). Su sentido es este:
¡Oh Señor!, Tú has hablado como “Señor” por el temor, como “Dios” por el amor, y “Omnipotente” por el conocimiento de todas las cosas. Tus juicios son verdaderos y justos, porque Tú destruyes todos los temores con el verdadero temor, y con el verdadero amor unes todos los amores, y con tu omnipotencia verdadera dominas todos los poderes. Cuando un hombre interpreta la ley para satisfacer sus propios intereses, en vez de cómo Dios lo dice, entonces le muestras tu justo juicio, para que sepa que nada puede contra Tí.
Y cuando un hombre pone su amor en la carne antes que en tu justo amor, entonces Tú desprecias en él aquel amor con la amargura de los dolores, de manera que nunca será consolado si no es gracias a Tí. Cuando una persona rompe tus leyes en el pecado adorando a ídolos en vez de tu nombre, entonces con justo juicio combates contra tu enemigo, que logró persuadir al hombre a no tenerte en consideración desde su primer engaño. Y entonces envías rayos y truenos sobre la tierra y derramas aguas en diluvios, y ordenas a la tierra que se haga infecunda, y envías enfermedades y guerras, de modo que el hombre pueda saber que él no puede hacer nada sin Tí, y conozca que tus juicios son verdaderos y justos.
XLV. LOS ÁNGELES ALABAN LAS BUENAS OBRAS DE LOS HOMBRES, Y DIOS QUIERE SER ALABADO POR LOS ÁNGELES Y POR LOS HOMBRES.
La multitud de los ángeles también alaba a los hombres por las obras buenas que hacen. Y por esta causa ellos nunca dejan de alabar estos trabajos ni durante una hora ni durante un solo instante. Están alabando continuamente y sin final. Dios quiere ser elogiado por los ángeles porque esto multiplica su gloria y le complace. De manera similar quiere que las obras de las personas santas le sean proclamadas y manifestadas por las alabanzas de los ángeles, porque las obras de los hombres son a imagen y semejanza de las de Dios. Y así Él quiere que las obras de los hombres sean elogiadas abiertamente a Él por los ángeles, y ya que el hombre es sostenido por la ayuda de Dios, Dios quiere ser alabado por los hombres como lo es por los ángeles, para que también se magnifique su gloria.
XLVI. NINGÚN HOMBRE PUEDE CONOCER TODOS LOS MISTERIOS DE DIOS, ASÍ, ALGUNOS DE LOS ESPÍRITUS CELESTES QUE ESTÁN EN PRESENCIA DE DIOS HAN SIDO NOMBRADOS POR LOS PROFETAS, OTROS NO.
Así Dios ha establecido rectamente todas las cosas. Los secretos de Dios resplandecen cuando se miran y están más allá de la comprensión del conocimiento del hombre. Esto se ha dicho para los ángeles, los espíritus, los ministros, para aquellos que aclaman y aquellos que se alegran con gozo. Sus misterios son incognoscibles al hombre, que no puede saber ni cuáles son, ni cómo son. Aunque el conocimiento del hombre parezca una montaña y su ciencia se eleve a las alturas a imitación de la de Dios, ningún hombre ve la cumbre del monte, ni siquiera su parte más alta, que es la ciencia de Dios, ningún hombre los ha visto, ni puede subir, ni podrá conocer los arcanos de Dios, ni los de aquellos que están siempre en su presencia. Algunos de los que están siempre en presencia de Dios, los han nombrado los profetas y otros santos que los vieron en el Espíritu Santo, pero otros no fueron nombrados, porque los profetas sólo hablaron un poco, movidos por la divina inspiración, como ha escrito el apóstol Pablo:
XLVII. PABLO SOBRE ESTA CUESTIÓN
“Oí palabras arcanas que ningún hombre puede decir”. (II Corintios 12, 4), que significa lo siguiente:
Para que el corazón de Pablo, incluso ya infundido y confortado por muchos grandes milagros, fuera fortalecido y por consiguiente hiciera brotar en otros la semilla de la virtud, percibió palabras secretas, dotadas de presciencia, que habían quedado escondidas a los hombres, que ignoran quién lo ha escondido, o por que motivo, o como ocurrió, o por que medios.
Como la divinidad no puede ser plenamente escudriñada por los hombres, tampoco le es lícito al hombre decir de qué modo estas palabras han sido manifestadas en la expresión de la voz, ni cómo es el sonido de las alabanzas de los misterios de Dios, que se hunden completamente en los secretos más íntimos de los espíritus, y son ajenos al hombre mientras él esté en la carne.
XLVIII. CUANDO LOS HOMBRES PERSEVERAN EN EL BIEN Y VIVEN EN SANTIDAD, LA DIFUSIÓN DE SUS BUENAS OBRAS VA MÁS ALLÁ DEL CORAZÓN HUMANO.
Vi que el viento que tenía sobre sí la nube tempestuosa antes citada, la trasladó consigo desde el Sur al Oeste. Esto es porque la justicia, probando las obras tempestuosas de los hombres con muchas tribulaciones, los conduce desde el Sur, cuando los lleva hacia la fe perfecta por medio de la perseverancia. Es así como los hombres que luchan contra el diablo, perseveran en la bondad y viven en la santidad con Dios.
La longitud y la anchura de la nube parecen una plaza que por sus dimensiones no puede ser entendida por la mente humana, porque la extensión y la difusión de las obras buenas y la grandeza y amor de las virtudes son tan grandes que la extensión de sus obras buenas excede la capacidad del corazón humano.