PETICIÓN DE LA COMUNIDAD DEL CONVENTO DE HUNNIENSIS A HILDEGARDA
1. A Hildegarda, templo del Espíritu Santo y reverenciada Esposa de Cristo, amada de Dios, y a las hermanas de la tan querida señora de San Rupert en Bingen. Toda la comunidad del convento de Ravengiersburg, con humildad y perseverancia en las obras buenas, [ruega] que sea exaltada con eterna gloria.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR A ESTE PUNTO
1. Escribe toda la comunidad. Después, en el párrafo 4 de su petición (PE4) se quejan de los caprichos de sus prelados. Quizá se refieran a una colegiata de canónigos, sujetos al obispo diocesano, que no es miembro de la comunidad.
Hildegarda es un templo del Espíritu Santo y una esposa del Cristo bienamado de Dios, dos títulos que pueden ser aplicados a cualquier cristiano, pero que parecen especialmente apropiados a una visionaria (templo del Espíritu) y a una abadesa (señora) que es conocida por su santidad (esposa de Cristo, amada de Dios). Ella es reverenciada, y por eso le dirigen a ella la petición
2. Como si también nosotras participásemos de los efluvios del narciso paradisíaco, nos deleitamos en tus revelaciones, de manera que nos vemos obligadas a decir con el Apóstol: "Gracias sean dadas a Dios, que siempre nos hace triunfar en Cristo, y valiéndose de nosotros esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento" (2 Co 2,14). Cuando contemplamos el pleno entramado del cuerpo de la Iglesia, en el cual "Todo lo hace el mismo y único Espíritu, que reparte a cada uno sus dones como él quiere" (1 Cor 2, 11), nos alegramos de la abundancia de los dones de santidad en ti derramados, y tan visiblemente manifiestos. Por eso, en estos tiempos posteriores a los apostólicos, te contemplamos como un espejo de amor divino y en momentos de necesidad acudimos a ti como refugio seguro en ciudad inexpugnable, suplicándote nos ayudes con tu oración y tus consejos.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
2. Se repiten los atributos de santidad y comprensión espiritual: se alegran de su santidad y han gozado ya de las revelaciones de su mente. Queda claro, por lo demás, que Hildegarda es ya una personalidad consolidada y bien conocida por ellas.
3. Aunque somos diferentes de ti en todos los aspectos, tú honras y bendices nuestra orden; conocemos todas tus obras, y sabemos el bien que hiciste a los hijos de la Iglesia que se apresuran en el camino de los grandes deseos. Por eso ahora nos arrojamos a los pies de tu santidad, y todas juntas te pedimos, por tu santo amor, que nos dejes un memorial acerca de cómo interpretar la Regla de nuestro santo padre Benito.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
3. La primera frase de este párrafo es enigmático. "Orden" podría referirse a un estilo de vida regido por una Regla (por ejemplo, Cluniacenses, Victorinos) o incluso a una comunidad. La orden de las demandantes es honrada por Hildegarda, "aunque somos diferentes de vosotras en todos los aspectos". Aquí se refieren a la "Regla de nuestro bendito padre Benito"; en PE4 mencionan a "nuestro bendito padre Agustín". El significado más probable es que se consideran a sí mismas seguidoras de San Agustín, cuya Orden ha honrado Hildegarda; pero también tienen gran aprecio por San Benito y por eso se refieren a él como a su padre.
La carta de las demandantes dice "omnes in commune" (todas juntas); la RB tiene expresiones parecidas: "omnes pariter" (20, 5; 49, 3)' y "pariter" (juntos: 53, 4; 72, 12).
Piden un "memorial" {memoriale vestrum); recordando y olvidando son conceptos claves en los escritos de Hildegarda.
4. Has de saber que se nos llama mentirosas, perjuras, y violadoras de dicha Regla, diciendo también de nosotras que despreciamos los decretos sinodales. Pero la realidad es otra, pues suele suceder que si en la mente de alguno de nuestros prelados, debido a su terquedad, anidan pensamientos de desprecio sobre los estatutos canónicos de la Regla, ellos mismos son quienes dicen, según el propio testimonio de la Regla, que todo lo que piensan o deciden es santo, y lo que no les agrada, lo consideran ilícito (RB 1,9) De aquí se desprende que no deseemos ser como niños caprichosos, que se dejan llevar de cualquier viento de doctrina (Efe 4, 14). La presunción de los hombres pesa gravemente sobre nosotras. Nuestro bendito padre Agustín tuvo que soportar tales presunciones, y habló de ello de idéntica manera. Él deseaba que nuestras comunidades religiosas se vieran libres de ellos, por la gracia de Dios, excepto, como es obvio, en algunas celebraciones sacramentales, pues aun cuando no sea contra la fe, están oprimiéndonos con cargas serviles, hasta el extremo de poder afirmar que la situación de los judíos era más soportable, porque aunque ellos no conocieron el tiempo de la verdadera libertad, estaban sujetos a los sacramentos de la ley, no a presunciones humanas.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
4. "Perjuras" (perjuri) es la palabra que en la primera frase de este párrafo parece sugerir la súplica y queja de las demandantes. Puede haber aquí dos interpretaciones: las demandantes pueden estar indicando que ellas mismas se ven injustamente acusadas de violar los decretos sinodales, siendo realmente sus prelados quienes violan los cánones y la regla, o quieren decir que sus prelados las fuerzan a vivir de tal forma que son justamente acusadas de ser violadoras de la regla. La primera interpretación parece ser la más apropiada.
La falta principal de los prelados, desde el punto de vista de las demandantes, es que ellos, arbitrariamente, imponen cargas ("serviles") añadidas, que sobrepasan la regla.
Ellas quieren una regla gobernada por las leyes de la Iglesia y de la Regla. Sus prelados son "sarabaítas" (RB 19). La Regla de Agustín es muy breve y no impone normas detalladas.
5. Si atendieras este asunto que te presentamos como una verdadera necesidad para todas las enclaustradas, harías, sin duda, una obra de más precio que las riquezas de Craso, e incluso, de más valor que todos los tesoros del mundo, pues aún cuando explicaras toda la Sagrada Escritura, no sería tan útil y tan deseado por nosotras. Ya sólo nos queda encarecerte que niegues por nosotras, para que, por el Espíritu Santo, nuestra comunidad, unida, no se vea perturbada por cualquier ardid u hostilidad, sino más bien, que Dios, que ha comenzado en nosotros una obra tan buena, la lleve a feliz término para el día en que Cristo Jesús se manifieste. Que tu amor maternal prospere siempre.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
5. Como Pedro de Celle, un benedictino que escribió su Schola claustralis para un canónigo regular, las demandantes o peticionarias reconocen su gran cercanía con todas las claustrales.
Las peticionarias terminan como empezaban, pidiendo consejo y oración a la que es sabia y santa, y concluyen con un saludo al amor maternal (cf. PE 1-2) de Hildegarda. La piden que ore para que ellas también puedan compartir el Espíritu que la guía a ella.