LA REGLA DE SAN BENITO EXPLICADA POR STA. HILDEGARDA
Introducción.
Las virtudes de San Benito, el inspirado autor de la Regla
1. Inspiración
Yo, que por nacimiento soy una pobre mujercilla, y en cuanto a conocimientos humanos iletrada, volví mis ojos a la verdadera luz y a la memoria de San Benito como me pedísteis, para que la gracia de Dios me revelara la comprensión de los pasajes más oscuros y difíciles de la Regla, y oí una voz que desde la verdadera luz me decía: El Espíritu Santo infundió los dones más brillantes y las inspiraciones místicas en San Benito, para que su mente se inflamara en el amor de Dios, y sus virtudes brillaran como la aurora. Nunca, en ninguna de sus obras, hizo él lo que el astuto diablo le sugería; había sido tan colmado de la gracia del Espíritu Santo, que en ningún momento estuvo falto de su poder, ni siquiera en el tiempo requerido para abrir y cerrar los ojos.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR SOBRE LA EXPLICACIÓN DE HILDEGARDA DE LA REGLA DE SAN BENITO
1. Suele empezar Hildegarda sus obras con algunas palabras que la presentan como mujer iletrada. Tales confesiones de incompetencia son comunes a los autores del siglo XII; pero Hildegarda le da un matiz especial, porque, careciendo de prestigio humano, para enseñar, puede reclamar y garantizar que cuenta con la iluminación divina. Dicho de otra manera: Hildegarda, una mujer que no ha tenido acceso a una educación superior, no podría ser escuchada a menos que asegurase estar asistida de una autoridad sobrenatural. En este supuesto, invoca no precisamente la "verdadera luz", sino también "la memoria de San Benito", haciéndose eco de las peticionarias PE3. Afirma que es ignorante, y solamente enseñada por el Espíritu Santo, y realmente en esta obra, aparte de la Biblia no cita nada más que la Regla de San Benito, sin aludir a ninguna autoridad cristiana, sea anterior o contemporánea. Y aunque está, ciertamente, influenciada por la tradición monástica, sus ideas y su vocabulario son muy personales.
Hildegarda menciona tres veces en un mismo párrafo la gracia y el poder del Espíritu Santo, y lo hará con frecuencia en los párrafos siguientes.
Dice que ha sido iluminada respecto a los temas más oscuros y difíciles de la Regla. Como la propia Hildegarda, San Benito estuvo él también lleno de la gracia del Espíritu Santo. Y, aunque las virtudes que ella atribuye a San Benito son muy generales, parecen reflejar la influencia del libro segundo de los Diálogos de Gregorio Magno, que, con la Regla, suministra casi toda la información que tenemos de Benito. El diablo tiene mucha parte en la vida que Gregorio escribió de Benito (Dial. 2, 2; 2, 8; 2, 16; 2, 20; 2, 25; 2, 30). La descripción de Gregorio sobre la visión mística de Benito fue universalmente conocida (2, 35; y cf. también 2,16 y 3,8, en que Benito fue un espíritu con Dios); Gregorio demuestra que Benito tuvo las virtudes de todos los justos (2, 8-9); y tuvo también el don de profecía recibido del Espíritu Santo (2, 21; 3-4).
2. Discreción
Además, fue una fuente sellada (Cant 4, 12) que derramó su doctrina con la discreción de Dios, sin que su afilado dardo fuera dirigido ni excesivamente alto, ni bajo, sino en medio de la rueda, para que cada cual, bien fuera fuerte, débil o enfermo estuviera capacitado para beber de ella según su capacidad. Esta rueda giratoria (cf. Ez 1, 15; 10, 9; Dn 7, 9) es el poder de Dios, por el cual Dios obró en los santos antiguos, y en los tiempos de Moisés, que dio la ley al pueblo de Dios. Por ese mismo poder obró Dios en todos los hombres santos, cuyos trabajos, como un dardo, quedaba fijado a tal altura, que las personas comunes no pudieron alcanzarlo.
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
2. Gregorio dice que la Regla de San Benito era "proverbial por su discreción" (", 26: regulam discretione praecipuam). Insiste en la discreción del abad, y asegura que el abad Benito no pudo haber vivido otra cosa que lo que legisló (2, 36), y es éste uno de los temas más recurridos por Hildegarda en su comentario; ella, al insistir en la discreción de San Benito, está implícitamente justificando su propia interpretación de la Regla, que está, sin ningún género de dudas, marcada por esta discreción, y no tiene nada de inflexible ni se somete a la observancia literal de ninguna austeridad. Hildegarda está al mismo tiempo tratando de hacer ver la afinidad entre la discreción de San Benito y sus propias convicciones, que la llevan a creer que la salud física y la espiritual se fundamentan en la armonía."
El círculo, o rueda, es un símbolo recurrente en Hildegarda, que lo utiliza en todas sus obras cuando trata del dinamismo creativo de la naturaleza divina.Aquí, la metáfora semeja un barril de vino o cerveza, al que se ha colocado la espita en un sitio convenientemente elevado. En cuanto a la idea de beber la sabiduría o la gracia, aparece en Prov 8,35; 12,2; 18,22; Is 12,3, y es igualmente el tema de Jn 4. La metáfora continúa en la primera línea de Ex 3.
Moisés, figura favorita de Hildegarda aparece también en Ex 4.
3. Temor, piedad, caridad y castidad
San Benito bebió su dulcísima doctrina en el temor de Dios, y enseñó los mandamientos de Dios con piedad; puso la base de la santidad de la Regla en la caridad, y en lo referente a la castidad él fue totalmente extraño a las pompas y deleites mundanos. Por haber escrito su doctrina en el temor y la piedad, en la caridad y la castidad, nada se le podrá añadir o quitar a esa doctrina, a la cual nada le falta, porque fue dada y completada por el Espíritu Santo.
4. Maestro paternal
Por ser el hijo de una paloma (cf. Mt 3, 16-17 par.), dejó escrito: "Escucha, hijo, los preceptos de tu padre" (RB Prol. 1). Hasta ese punto estuvo lleno de la santidad y de las virtudes mencionadas más arriba, de la misma manera que "Moisés era el hombre más humilde y sufrido del mundo" (Núm 12, 13).
COMENTARIO DEL TRADUCTOR
3-4 De nuevo se presenta a Benito adornado de todas las virtudes de los justos. Su doctrina se vio perfeccionada por el Espíritu Santo, de ahí que no se debe alterar. Las palabras con las que comienza la RB recuerdan el tono didáctico de la tradición sapiencial, y por ello identifica a su autor con un maestro divinamente guiado.